La vivienda rural, la huerta y su relación con el cuidado del entorno

10 de agosto de 2021

Paula Andrea Cataño Castillo

Estudiante de la Maestría en Medio Ambiente y Desarrollo Universidad Nacional de Colombia, Sede Manizales

Introducción

En la arquitectura, una preocupación constante desde la revolución industrial son los procesos de expansión de las ciudades, el hacinamiento, la velocidad de crecimiento, los pocos espacios públicos y, por ende, los pocos “pulmones” que van guardando las grandes ciudades. Si bien es una preocupación válida y obligatoria, pues con los desplazamientos de las poblaciones hacia la ciudad, el interés se ve en estos espacios, aún queda preguntarnos ¿qué sucede con las zonas rurales? La reflexión sobre estos espacios que se expanden, se contrae y está constantemente en una lucha por sobrevivir ¿cómo deben considerarse y transformarse más allá de su producción a niveles industriales? ¿Cómo se genera una conciencia ambiental para estos territorios?

Tema de investigación        

            La vida rural se relaciona principalmente con lo agrícola, y si bien cierto es un pilar importantísimo para su caracterización, este va más allá de los verdes paisajes cultivados y sus posibilidades productivas, está asociado a una concepción mas poética y simbólica del espacio rural. Y este sentido abstracto, se ve opacado por lo urbano y sus exigencias de producción generando una codependencia que se refuerza con el tiempo:

“La interacción tradicional entre lo rural y lo urbano se ha fundamentado en la provisión en doble vía de bienes y servicios. En esta dinámica, la especialización de lo rural en la actividad agrícola ha definido su participación.  Mientras el campo provee a la ciudad de alimentos y materias primas, la ciudad ofrece de los habitantes del campo toda una gama de bienes y servicios (Méndez, 2005, p. 4)”

            Entonces, esta percepción no se encuentra equivocada, pero fortifica una singular competencia del espacio, donde al parecer, el ideal está en poder llegar y permanecer en la ciudad sin padecer las necesidades básicas; y es algo que en nuestro país con los constantes desplazamientos se evidencia. ¿Cómo se logra transformar esta idea? En primer lugar es necesario comprender que, quien habita el campo, crea su propio concepto alrededor de su cotidianidad, no se encuentra de alguna manera cercado con normativas sobre cómo se habita el espacio y cómo se valora lo que puede recibir; pero si está formado por el contexto. Cuando no se es propietario, cuando el espacio simplemente es un lugar de producción con baja retribución, no existe un interés por la conservación. Desde la perspectiva social lo aclara Buil (2007, p. 25) “Sin vertebración social, es decir, sin cohesión, sin identificación o sin identidad social, no es posible el avance hacia la sostenibilidad ”, entonces, cualquier proceso de intervención se verá afectado o poco valorado.

Es por esto por lo que la producción agrícola debe ser llevada a otro campo de reflexión focalizada en necesidades mas puntuales, donde no pierde el punto clave de intervención deseado, es decir, cumple con unas expectativas mas reales, que conectan con los habitantes, y prioriza los espacios que hasta el momento se observan solo como un bien del cuál se extraen beneficios.

No es de extrañar como la explotación de “recursos” parece no ser realmente rentable o benéfica para las comunidades que le son cercanas, muy por el contrario, generan más problemáticas que suman a una cantidad de situaciones que superficialmente se cree son de origen externo y que cada región se ve en serios problemas para manejar.

Figura 1. Lo rural y lo agrícola, no son realmente la conexión que se espera, por el contrario se ven en constante desacuerdo y afectándose entre si. El respeto por aquello que es enteramente natural es actualmente compatible con los ideales de producción.

Es esta una de las razones por las cuales los discursos de “desarrollo”, “sostenibilidad”, “sustentabilidad”, son planteamientos utópicos, inalcanzables para la mayoría de las personas que desean hacer el cambio de labor entre lo urbano y lo rural.

Relación metodológica

            Para comprender y poder mejorar la percepción de las zonas rurales, la trialéctica Sociedad-Espacio-Naturaleza es una herramienta para equilibrar la línea de los pensamientos entre lo urbano y lo rural: Por una parte, el verdadero significado de naturaleza como ciclo de vida, característica también de la especie humano, que, por su condición de inteligencia debe garantizar el equilibrio entre conservación y transformación. Esto solo se logra cuando, mas allá de la teoría, se comprende el funcionamiento de la vida en la naturaleza, no solo lo que vemos verde, sino de aquellas cosas inertes que aportan su pequeño grano para el funcionamiento correcto.

Claro, para lograrlo es necesario entender las dinámicas del habitar; el espacio, no necesariamente en el lugar agrícola, sino en el lugar cotidiano, donde ocurre el día a día de cada persona y sus maneras de proveerse de los bienes materiales para su supervivencia. Las relaciones con los procesos que dinamizan la ciudad; la tecnología que parece estar desconectada de los procesos biológicos, y sin embargo se encuentra tan estrechamente relacionada con lo natural y el desarrollo humano. Del mismo modo el habitante rural, en su introspección sobre lo “Natural” como sus actividades se mueven en este entorno sin realmente comprender la importancia de cada acción e intervención, se volverá necesario salir de la burbuja conceptual a nuevas propuestas para establecer una diferente percepción.

Así, el habitar, no desde el objeto y concepto arquitectónico, sino desde la observación, el uso, la conexión con un entorno que, primeramente, transita por sí y para sí mismo, luego el cómo se convierte potencialmente en la actividad necesaria del desarrollo, interrumpe el concepto social y cómo se ve involucrado potencialmente ante la relación hombre-naturaleza; pues, para este punto, no es posible desconectarse voluntariamente de estas simbiosis.

Posibles alcances

            Es insensato imaginar que la sociedad abandonará el espacio rural, pero es inevitable repensar desde ahora como se sobrellevarán los diferentes ritmos y ciclos de vida urbano-rural para permitir su constante retroalimentación. Por lo tanto, desde las pequeñas intervenciones en los espacios mas simples donde hombre y naturaleza se ven conectados, es necesario empezar a generar el cambio, pues una vez inserto en el pensamiento social, los procesos se llevarán a cabo de manera mas natural.

            La intención de estos pensamientos está en que, el entorno de la vivienda rural se pueda percibir más allá del verde y de la producción industrial, sino que, fundamentado en la diversidad, estos espacios proveen al hombre de manera única el equilibrio de los factores que se afectan con la explotación que se lleva actualmente, de manera que, los espacios rurales dejen de sentirse como espacios desconectados y con menores oportunidades.

            Así, la intervención de los espacios existentes y su transformación, en la que pueda proteger a la especie humana sin desconectarla de la realidad tecnológica, pueda generar en cada habitante nuevas perspectivas mas acordes con todo lo que se ha venido olvidando.

Conclusiones

            ¿Este es el momento apropiado para generar cambios? Quizás sea el único momento correcto, y aunque la historia lo determinará, algo que es innegable es que las responsabilidades que día a día no estamos enfrentando desde diferentes profesiones sobre el impacto ambiental y como lo afrontamos están determinando muchos productos a futuro, y los resultados de actuar o no, están siendo respondidos con rapidez por el mismo planeta.

En este orden de ideas el habitar, deja de ser algo común comparable con el solo acto de “existir”, es la responsabilidad con el entorno y quienes le habitan; más allá de ser un discurso sobre como se debe vivir, es el cómo debemos comprender y actuar con la naturaleza, entendiéndole como parte fundamental de lo vivo y para vivir.

Por último, el dignificar lo que se produce como sustento a cada uno de los habitantes, sea, de igual manera, una forma de comunicar apropiadamente unos nuevo pensamientos, percepciones y tecnologías realmente enfocadas en el pensamiento comunitario, donde no solo existe el hombre, sino cada elemento que provee el aporte oportuno para continuar en el ciclo de la vida.

Referencias

Buil Blasco, M (2007). Sostenibilidad en pequeñas comunidades rurales. Análisis de los valores y comportamientos de las relaciones intrapersonales, interpersonales y con el medio, y elaboración de propuestas de mejora para el avance hacia la sostenibilidad.  (Tesis doctoral) Universidad Autónoma de Barcelona

Cortés, M. P. (2014). Transformación de la Estructura Agroecológica Principal en comunidades intencionales rurales ( Ecoaldeas ). 99.

Guerra-garcía, L. M., Costa-baêta, F., Osorio-saraz, J. A., & Osorio-hernández, R. (2015). Síntesis proyectual de las agrovillas. 25(1), 45–57.

Lefebvre, H (1974) La Producción del espacio. Capitán Swing Libros, S. L

Méndez Sastoque, M. (2005). Contradicción, Complementariedad e Hibridación en las Relaciones entre lo Rural y lo Urbano. MAD, (13), 45-70. Doi:10.5354/0718-0527.2011.14675

Sevilla, A (2012) Agricultura urbana: Comunidad agrícola (Tesis de pregrado) Universidad San Francisco de Quito, Quito.

Anuncio publicitario

Metodología intrínseca en el desarrollo de un modelo de vivienda sostenible para las zonas afectadas por el huracán Iota en la isla de Providencia (Archipiélago de San Andrés)

17 de julio de 2021

Por: Manuela López Cano

Arquitecta, Universidad Nacional de Colombia.

Maestría en Medio Ambiente y Desarrollo – Investigación

Facultad de Ingeniería y Arquitectura, Universidad Nacional de Colombia

Seminario de investigación I, Asesor: Luis Fernando Acebedo Restrepo

Introducción

A través de la historia, algunos fenómenos naturales han provocado desastres en los asentamientos humanos, derivados de diferentes conflictos que ponen en tensión las relaciones entre sociedad y naturaleza.

Algunos de esos conflictos están relacionados con los sistemas técnico-constructivos, la localización de los asentamientos o ciudades y la destrucción de los ecosistemas naturales. Así lo asegura Iturralde cuando advierte que “muchos de los destrozos que causan los vientos y las lluvias están determinados por las vulnerabilidades de la propia construcción, tanto por su inadecuado emplazamiento como por un diseño impropio o su insuficiente resistencia ante los fenómenos naturales.” (Iturralde, 2020)

En últimas, no son propiamente los fenómenos naturales los que causan tragedias a la especie humana, sino que son las condiciones de adaptación de la especie humana en su relación con la naturaleza, las que provocan desafíos al equilibrio ecosistémico.

Este fue el caso de la isla de Providencia en el Archipiélago de San Andrés, el cual, el pasado 15 y 16 de noviembre del 2020, se vio azotado por el huracán Iota, Según el Centro Nacional de Huracanes (NHC, por sus siglas en inglés), “se caracterizó de categoría 5 y alcanzó vientos de 260 km/h” (NATIONAL HURRICANE CENTER, PACIFIC HURRICANE CENTER, 2020) y dejó a más del 98% de la población en situación de desastre debido a que la mayoría de sus edificaciones de estilo tradicional no estaban diseñadas para soportar fenómenos de tal magnitud.

Y aunque el Gobierno Nacional elaboró un plan para subsanar los daños ocasionados por este fenómeno, denominado “Plan 100” (UNGRD, 2021), este no ha sido muy bien recibido por la comunidad pues en primer lugar, el proceso de reconstrucción ha sido demasiado lento, al mismo tiempo que ha sido planteado sin el consenso con la comunidad, por lo cual, según García (2020) del periódico “El Tiempo”, los habitantes han alzado la voz para que “las casas no sean prefabricadas, como se ha planteado, pues piensan que sería un atentado contra su cultura.” (El Tiempo, 2020). Este hecho se vio reafirmado un año más tarde por la Redacción Colombia (2021) del diario “El Espectador” pues en entrevista con sus habitantes y la presidenta de la veeduría cívica Old Providence Josefina Huffington Archbold, mencionaron que “la isla está siendo reconstruida sin tener en cuenta las observaciones de su pueblo”.

Es por este motivo que la investigación quiere plantear un modelo adaptable de vivienda sostenible, como alternativa de solución al modelo de vivienda propuesto por el Gobierno Nacional en el “Plan 100” (UNGRD, 2021) para las zonas afectadas por el huracán Iota en la isla de Providencia (Archipiélago de San Andrés) de acuerdo al Reglamento Colombiano de Sismo Resistencia NSR 10 (Decreto 926 del 19 de marzo de 2010).

Tema de investigación:

En ese sentido, el tema de la investigación se quiere centrar en determinar cómo debe ser el diseño de un modelo adaptable de vivienda sostenible como herramienta de resiliencia para zonas afectadas por el huracán Iota en la isla de Providencia en el Archipiélago de San Andrés, en alternativa al diseño propuesto por el Gobierno Nacional dentro del “Plan 100” (UNGRD, 2021).

Relación teórico-metodológica con la trialéctica espacial:

La trialéctica Sociedad – Espacio – Naturaleza (SEN) integra tres temas que el pensamiento disciplinar separó cuando en realidad son expresión indisoluble de la vida cotidiana,  pues “la naturaleza y el espacio son constitutivos de las relaciones sociales, los cambios históricos y los conflictos políticos, ya que estos no ocurren en espacios abstractos o vacíos sino en paisajes, medio ambientes y configuraciones espaciales concretas.” (Universidad de los Andes, 2013) En esa medida, sería correcto afirmar que Espacio, Sociedad y Naturaleza se transforman entre sí “creando configuraciones específicas que se modifican a medida que esas interacciones cambian, generando conflictos, sinergias, patrones de cambio y persistencia.” (Universidad de los Andes, s.f.).

Por lo anterior, el tema de investigación escogido como lo es el diseño de un modelo adaptable de vivienda sostenible como herramienta de resiliencia para zonas afectadas por el huracán Iota en la isla de Providencia  (Archipiélago de San Andrés)  posee una gran relación con la trialéctica, pues el proyecto responde a unas condiciones climáticas inherentes a la Naturaleza, que se conjugan con la conformación de las dinámicas espaciales del territorio  enmarcadas dentro de los espacios de representación: espacio concebido, espacio percibido y espacio vivido (Lefebvre 2013) los cuales en todo caso suponen la construcción de la cultura material e inmaterial.

Lo anterior debe dar lugar a una propuesta espacial que integre dichas determinantes para crear un espacio que sirva como herramienta de resiliencia frente a los efectos causados por el Medio Ambiente, pero que también presente una oportunidad para reconstruir las prácticas espaciales de la vida cotidiana y las expresiones simbólicas, dentro de las cuales se encuentra la arquitectura propia del lugar como elemento de identificación cultural y memoria colectiva.

Tal como lo realiza la trialéctica espacial (Lefebvre, 2013), el desarrollo de este proyecto exige una aproximación integral a la solución de diseño como “espacio de representación” pues “es gracias a la observación del entorno, estudio del espacio, de las formas, las experiencias profesionales y sociales que las nuevas ideas de un proyecto arquitectónico comienzan a surgir para posteriormente ser plasmadas en físico y así cobrar vida.” (Grupo Tenerife, 2017)

Es así como resulta de gran importancia entender la relación existente entre estos dos componentes desde los diferentes enfoques que plantea la trialéctica, pues allí se encontrará que dicha correlación es más fuerte de lo que parece. A continuación se explicará el proyecto de investigación desde los tres ámbitos de la Trialéctica con el fin de entender a profundidad esta relación.

Sociedad (cultura de lo material y lo inmaterial): El espacio vivido

Desde la conformación de las civilizaciones, la humanidad se ha valido del medio natural para construir y modificar su entorno natural, esto ha generado innumerables edificaciones que se han convertido en la representación física de cada cultura alrededor del mundo. Ya lo decía la Universidad de los Andes en el texto “Naturaleza, espacio y sociedad: La construcción del territorio colombiano y sus dinámicas actuales” cuando plantean que “Las sociedades humanas crean y modifican paisajes a través de las actividades que realizan para suplir sus necesidades biológicas y culturales. La escala de afectación de los entornos se relaciona con el tipo y tamaño de las sociedades del pasado, así como con las tecnologías desarrolladas para habitar y usar los ambientes. El entendimiento de estos aspectos desde una perspectiva temporal amplia puede contribuir a explicar los procesos actuales y a pensar en alternativas de manejo y disposición de los entornos que habitamos.” (Universidad de los Andes, s.f.)

Desde esta perspectiva, para el proyecto de investigación el ámbito de la sociedad para la proposición de una solución efectiva de diseño resulta de vital importancia, pues es la misma sociedad la que le da sentido al espacio construido ya que esta lo define y lo caracteriza, dando como resultado uno de los espacios de representación conocido como “el espacio vivido” que según Lefebvre “es el espacio experimentado directamente por sus habitantes y usuarios a través de una compleja amalgama de símbolos e imágenes. Es un espacio que supera al espacio físico, ya que la gente hace un uso simbólico de los objetos que lo componen.” (Lefebvre 2013).

En ese sentido, el diseño arquitectónico que se quiere proponer debe funcionar, como se dijo anteriormente, como un elemento que represente la cultura material e inmaterial (espacio vivido) de la sociedad que lo va a habitar, y de esta manera reconstruya y transforme el territorio perdido que se encuentra fuertemente ligado con la sociedad que lo habita.

El Espacio: La construcción del espacio percibido y vivido

Asimismo, el proyecto a plantear enfrenta grandes desafíos desde la perspectiva del espacio como tal, pues debido a la estrecha relación que posee con la naturaleza y la sociedad, tiene el deber de valerse del desastre natural como oportunidad para reconstituir el “espacio percibido”, denominado así por Lefebvre, el cual constituye la integración de las dinámicas sociales, tales como: “las relaciones sociales de producción y reproducción, en especial la división del trabajo, la interacción entre gente de diferentes grupos de edad y género, la procreación biológica de la familia y la provisión de la futura fuerza de trabajo.” (Lefebvre 2013) con el espacio construido, a partir de la correcta integración con “el espacio concebido” el cual se convierte en un instrumento fundamental para representar el concepto de espacio al cual se quiere llegar.

De esta manera, el proyecto debe convertirse en una herramienta para restaurar dichas interacciones que se plantean desde la teoría Lefebvriana y así constituirse como elemento de identificación colectiva, construcción social y representación cultural.

La Naturaleza: El espacio construido y el entorno natural

Por otro lado, desde la perspectiva de la trialéctica el proyecto de investigación entiende que el lugar y sus condiciones climáticas son determinantes a la hora de proponer una solución de diseño ya que “el lugar y la arquitectura conforman un binomio indisoluble que interaccionan entre sí, lo que recrea una nueva realidad”. (CACOPARDO ARQUITECTOS, s.f.) En otras palabras, el diseño debe contar con las características estructurales necesarias para soportar futuros eventos de fenómenos naturales y así resguardar de manera adecuada a las personas que lo habitan, esto supone que el espacio debe estar en perfecta armonía tanto con la sociedad como el entorno que lo rodea, pues el fin último del espacio construido debe ser convertirse en uno solo con la Naturaleza, además de representar a la cultura que le da sentido. Lo último, solo será posible por medio del profundo entendimiento del territorio per se y sus dinámicas, ambientales y socioculturales, lo cual sugiere, como se ha mencionado en párrafos anteriores, la correcta implementación del espacio concebido como medio de representación del mismo, dado por la teoría Lefebvriana.


Fuente: Elaboración mixta. https://www.alamy.es/iglesia-en-rocky-point-en-la-isla-de-providencia-colombia-image335736403.html
https://www.elespectador.com/colombia/mas-regiones/los-reparos-de-los-raizales-en-la-atencion-del-desastre-en-providencia-article/

Posibles alcances y resultados:

En consecuencia con lo anterior, se espera alcanzar un diseño de modelo de vivienda sostenible, el cual cuente con las características tanto técnicas como de representación cultural y parte constitutiva de un ecosistema insular marino. Lo anterior, con el fin de que este diseño pueda reconstruir el tejido material e inmaterial de los habitantes de la isla de Providencia en el Archipiélago de San Andrés y de esta manera poderse enfrentar de manera prospectiva a futuros escenarios de riesgo derivado de diferentes fenómenos naturales derivados del clima o su condición insular .

Epílogo:

Para sintetizar, es innegable que la temática abordada por la investigación propuesta (diseño de un modelo de vivienda adaptable de vivienda sostenible como herramienta de resiliencia para zonas afectadas por el huracán Iota en el Archipiélago de San Andrés), guarda una gran relación con la Trialéctica entre Sociedad, Espacio y Naturaleza, pues el planteamiento de un proyecto arquitectónico bajo las condiciones descritas anteriormente, demanda una aproximación trialéctica para responder de manera integral a las determinantes brindadas por la problemática descrita en párrafos anteriores.

Asimismo, es fundamental que el proyecto a plantear asuma los retos que supone el contexto desde los planteamientos que realiza Lefebvre sobre los espacios de representación, siendo estos: Espacio concebido, espacio percibido y espacio vivido, pues estos le permitirán obtener un resultado que, por un lado se ajuste a las dinámicas que supone un entorno de las características de la isla de Providencia en el Archipiélago de San Andrés, y por el otro sirva como elemento de resignificación de los imaginarios sociales que suponen la construcción del tejido social y la memoria colectiva (espacio vivido), además de reconstituir el “espacio percibido” que enmarca la integración de las dinámicas sociales con el espacio construido para convertirse en el hilo conductor entre estos dos ámbitos que intervienen dentro de un medio natural.

Así pues, que para el desarrollo de la investigación es necesario integrar: Sociedad, Espacio y Naturaleza, así como la teoría espacial Lefebvriana, a la metodología del problema de investigación, pues finalmente es de la integración de esos factores que nace un buen proyecto de arquitectura.

Bibliografía

CACOPARDO ARQUITECTOS. (s.f.). El Proyecto Arquitectónico. http://cacopardoarquitectos.com/arquitectura-urbanismo/el-proyecto-arquitectonico/

Grupo Tenerife. (04 de abril de 2017). ¿CÓMO NACE GRAN PROYECTO ARQUITECTÓNICO? Grupo Tenerife. https://www.grupotenerife.com.mx/como-nace-una-idea-de-un-gran-proyecto-arquitectonico-segunda-parte/

Iturralde Vinent, M. (20, 11, 2020). El legado de los ciclones Iota y Eta. Juventud Técnica, 6. En: http://www.juventudtecnica.cu/contenido/legado-ciclones-iota-y-eta

García, M. (18 de diciembre de 2020). Así está providencia después del paso del Huracán Iota. El Tiempo. https://www.eltiempo.com/colombia/otras-ciudades/providencia-asi-esta-la-isla-tras-un-mes-del-paso-del-huracan-iota-555088

Lefebvre, H. (2013). La Producción del Espacio. Capitán Swing Libros, S.L.

NATIONAL HURRICANE CENTER; PACIFIC HURRICANE CENTER. (11, 16, 2020). Hurricane IOTA. https://www.nhc.noaa.gov/archive/2020/al31/al312020.update.11160644.shtml

Redacción Colombia. (24 de febrero de 2021). Providencia: 100 dias de la tragedia del Huracán Iota. El Espectador. https://www.elespectador.com/colombia/mas-regiones/providencia-100-dias-de-la-tragedia-del-huracan-iota-article/

UNGRD. (2021). PLAN DE ACCIÓN ESPECÍFICO ARCHIPIÉLAGO DE SAN ANDRÉS, PROVIDENCIA Y SANTA CATALINA [PRESENTACIÓN DE POWER POINT]. GESTIÓN DEL RIESGO. http://portal.gestiondelriesgo.gov.co/archipielago/Documents/PAE-SAN-ANDRES.pdf

Universidad de los Andes. (s.f). Naturaleza, espacio y sociedad: La construcción del territorio colombiano y sus dinámicas actuales. El Sextante (4). https://sextante.uniandes.edu.co/index.php/ejemplares/sextante-4/horizontes/naturaleza-espacio-y-sociedad

El río como hilo conector: caso Tuluá, Valle del Cauca

14 de agosto de 20221

Por: Juan Pablo López Cárdenas

juplopezca@unal.edu.co

Estudiante de Arquitectura, Universidad Nacional de Colombia.

Maestría Medio Ambiente y Desarrollo (Opción de grado)

Universidad Nacional de Colombia, sede Manizales

Asignatura: Seminario de Investigación I. Asesor: Luis Fernando Acebedo R.

Introducción

Las ciudades tienen condiciones particulares que las hacen diferentes respecto a otras; estas diferencias pueden ser de carácter intangible como la cultura y la memoria, o tangibles y/o espaciales como lo es el espacio en el que se desarrollan. La particularidad de Tuluá es el río que atraviesa su territorio urbano en dirección sur a norte. En este breve ensayo se plantea la opción de darle protagonismo a esta cuenca hidrográfica como eje estructurante de la ciudad y detonante del desarrollo territorial; por lo anterior se parte de la métafora del río como hilo conector de un tejido urbano-rural enmarañado, con nudos y tensiones complejas que comprometen su ruptura en sus puntadas más débiles. El río Tuluá como tejido de vida debe articular la ciudad con su ecosistema. Para lograrlo, el artículo indaga por la definición de unos posibles objetivos de investigación y unas recomendaciones para abordar adecuadamente la problemática desde la trialéctica espacial en este territorio de valles y cordilleras que tributan al río Cauca.

La ciudad como un tejido: caso Tuluá


La ciudad se puede comprender como un tejido, en el cual se integran naturaleza, espacio y sociedad en un contexto histórico determinado, el cual se encuentra en continua transformación. La traza urbana se puede ver como el resultado socio-espacial de una serie de condiciones tangibles e intangibles provocadas por una determinada cultura asentada en un territorio propicio para consolidar ciudades, entre ellas Tuluá en el centro del valle del Cauca, con sus excepcionales condiciones para el desarrollo de la agricultura y la ganadería.

El río Tuluá en la totalidad de su extensión está dividido en dos zonas, la zona de producción y la zona de consumo (CVC, 2017). La primera zona está destinada para la producción agrícola y ganadera en diversos municipios del valle del Cauca. La segunda zona, razón de estudio, se destina para el consumo de la ciudad de Tuluá localizada a ambos lados del caudal del rio. Para Tuluá esta sección de la cuenca hidrográfica representa el sustento de su infraestructura residencial, industrial y comercial de la ciudad, y un enorme reto para que el rio no fracture la ciudad sino que la integre. La metáfora de la ciudad como un tejido ayuda a explicar la siguiente intención de la investigación: el río se puede ver como una perforación en el tejido que dificulte o impida la consolidación del sistema urbano-rural como una red de redes, o el río puede representar el hilo conector e integrador de lo que la ciudad parece estar dividiendo: el oriente con el occidente; lo rural con lo urbano, la técnica con la agricultura, entre otras fracturas.

Esta problemática a pesar de que se ve de manera particular en la sección urbana de la ciudad de Tuluá no debe ser ajena al sistema de la cuenca u hoya hidrográfica en su totalidad, entendiéndose como:


[…] el área de aguas superficiales o subterráneas, que vierten a una red natural con uno o varios cauces naturales, de caudal continuo o intermitente, que confluyen en un curso mayor que, a su vez, puede desembocar en un río principal, en un depósito natural de aguas, en un pantano o directamente en el mar (IDEAM, 2002).


Esta visión permite analizar la problemática en un contexto donde se le da la prioridad a la estructura ambiental e hídrica y se ve la ciudad como un agente exógeno dentro de esta estructura ambiental de carácter regional o nacional; este cambio de paradigma y de escala en la visión de ciudad – naturaleza permitiría una visión más holística y sistemática de la problemática abordando otros temas como la relación ciudad y ruralidad, área productora y área consumidora, entre otros conflictos en tensión.

Imagen 1. Fotomapa de la ciudad de Tuluá en relación con la cuenca hidrográfica, zona de producción y consumo. Elaboración propia con base en Imagen de Google Earth.

El rio como hilo/eje estructurante de la ciudad.

El desarrollo urbano histórico de Tuluá se ha producido sin el suficiente reconocimiento del río como parte constitutiva de la estructura socioespacial y ambiental. Estas problemáticas se abordan de manera aislada en el actual plan de ordenamiento territorial, en el cual se describen los diferentes ejes estructurantes de la ciudad (ambiental, movilidad, espacio público, etc.). No existe una relación clara en la planificación de estos ejes. Esta coyuntura de los distintos ejes estructurantes debería ser abordada a través del río, aprovechándo su jerarquía natural para articular la estructura de desarrollo territorial de la ciudad con la naturaleza, el espacio y la sociedad.

Imagen 2. Fotomapa de la ciudad de Tuluá en relación con el rio Tuluá y periferia rural. Elaboración propia con base en Imagen de Google Earth.

Articulación ambiental: el río se puede proyectar como una red biótica para la ciudad de Tuluá,  con ello se buscaría integrar los vacíos verdes encontrados en el área de influencia de la ciudad e  integrarlos a un sistema ambiental a través de propuestas de espacio público. El rio cumple la  función de conexión ambiental de la ciudad en los extremos sur y norte de la ciudad con la  estructura ambiental del departamento, razón por la cual es importante la definición de franjas de  amortiguamiento por incorporación de nuevas áreas a los perímetros urbanos. (Ruíz Salguero, Rubiano, González, 2007) Se trata de avanzar en la recuperación e integración de microcuencas urbanas al río Tuluá que posteriormente desembocan al río Cauca. 

Articulación espacial: el río como umbral geográfico atravieza la ciudad por el centro de la mancha urbana sin más articulaciones que las generadas por el trazado y la movilidad vehicular. Existen 13 puentes sobre el río y solo 1 es totalmente peatonal. Las consecuencias ambientales de priorizar la movilidad motorizada han ocasionado un deterioro de la atmósfera y de la calidad del aire. En este caso el río tendría como propósito mejorar las características de los sistemas de espacio público y de movilidad de la ciudad; aportando nuevos metros cuadrados de espacio público efectivo a la ciudad y logrando una mejor articulación entre los espacios ya existentes. Es vital “tejer una red de espacio público a nivel metropolitano, zonal y barrial que construya una idea fuerte de unidad territorial” (Cabezas, 2013). De esta manera la ciudad se proyectará a escala de las personas y no a escala de los automóviles.

Articulación social: la futura intervención sobre el río Tuluá deberá propiciar actividades cívicas y de esparcimiento, generar estancias para propiciar el encuentro ciudadano y la permanencia en el espacio público. La articulación social debe estar acompañado de crecimiento económico del sector, por esta razón la función del rio Tuluá se debe diversificar, no estancarse en el consumo hídrico para la infraestructura de la ciudad, debe ser propositivo y generar espacios de comercio de bajo impacto y espacios contemplativos para diversificar la propuesta de actividades del rio y sus alrededores.  

Considerar la ciudad como un espacio transformado pero esencialmente natural y no como un artificio, permite establecer una metodología más general de cómo abordar las problemáticas de la ciudad. La sociedad debe verse como un elemento de transformación del espacio y el espacio como un elemento de transformación social (Acebedo, 2009)

Posibles objetivos y resultados

Evaluar las condiciones ambientales del rio Tuluá es esencial para planificar las acciones de manejo y de mitigación de las problemáticas. Para esto es necesario no solo evaluar las condiciones del rio sino entender todo su proceso hidrográfico para realizar un ejercicio prospectivo de planificación.

Diagnosticar las condiciones actuales de los ejes estructurantes de la ciudad de Tuluá, con el propósito de establecer futuros posibles y deseables para encaminar las medidas o estrategias de manejo requeridas para el desarrollo territorial, lo anterior se debe hacer bajo el pensamiento de la trialéctica espacial.

Identificar lugares estratégicos de intervención para acrecentar el impacto ambiental, social y espacial del rio Tuluá en la ciudad, la eficacia de recursos es importante para garantizar una sostenibilidad económica del territorio. La planificación y presupuesto de las intervenciones se deben realizar bajo un plan piloto que articule la dimensión del tiempo con la trialéctica espacial.

Plantear un sistema integral o plan piloto o estrategias desde la trialéctica espacial como actor principal el eje del rio, que ordene y direccione el desarrollo urbano garantizando una sostenibilidad económica y ambiental del territorio.

Conclusiones

Para las nuevas propuestas de ordenamiento territorial en la ciudad de Tuluá, es fundamental poner la cuenca hidrográfica como unidad de planeación más amplia, y al río como centro y detonante del desarrollo territorial urbano. Se debe considerar la trialéctica espacial compuesta por naturaleza, sociedad y espacio como una unidad integral. Esta visión generará una propuesta de ciudad de manera holística y sistemática. Las nuevas políticas públicas deben tener como propósito la sustentabilidad multidisciplinar del territorio (ambiental, social y económica). 

La fragmentación del conocimiento como respuesta metodológica ha conllevado a una ciudad que plantea los sistemas de manera aislada y sin un carácter interdisciplinar. Lo anterior se ve reflejado en la falta de territorialidad de los habitantes de Tuluá y los continuos problemas urbanos de movilidad, ocio y espacio público. 

La relación Estado – Sociedad debe estar articulada al espacio como transformador social y como instrumento para generar una mejor gobernanza. La responsabilidad del estado debe ser la coordinación de los elementos que componen la trialéctica espacial, la factibilidad de este proyecto debe realizarse a largo plazo, debido a esto es necesario un plan piloto que trascienda en el tiempo a los intereses políticos del gobierno de turno.  

Bibliografía

Acebedo, L. F. (02 de agosto de 2009). Sociedad + Espacio + Naturaleza (I): http://caleidoscopiosurbanos.blogspot.com/2009/08/sociedad-espacio-naturaleza-i.html

Cabezas, C. (13 de Diciembre de 2013). Latitud, primer lugar del concurso público internacional Parque del Río en Medellín: https://www.archdaily.co/co/02-320551/primer-lugar-concurso-publico-internacional-de-anteproyectos-parque-del-rio-en-la-ciudad-de-medellin

CVC. (2017). BALANCE OFERTA – DEMANDA DE AGUA CUENCA DEL RÍO TULUÁ. DIRECCIÓN TÉCNICA AMBIENTAL GRUPO DE RECURSOS HÍDRICOS. En: https://www.cvc.gov.co/sites/default/files/2018-09/Balance_Tulua_0.pdf

IDEAM. (2002). DECRETO No.1729 DE 2002 –Cuencas hidrográficas . Bogota.

Ruíz Salguero, M., Rubiano, N., & González, A. et. al. (2007). Ciudad, espacio y población: el proceso de urbanización en Colombia. Bogotá: Universidad Externado de Colombia.En: https://www.uexternado.edu.co/wp-content/uploads/2017/04/Ciudad_espacio_y_poblacion._El_proceso_de-Urbanizacion.pdf

La trialéctica espacial y la comercialización de servicios ambientales como estrategia de desarrollo rural

28 de julio de 2021

Por: Alejandra Hernández Rodríguez

Ingeniera Ambiental y Sanitaria

Estudiante de la Maestría en Medio Ambiente y Desarrollo

Universidad Nacional de Colombia

Asignatura: Seminario de Investigación I. Profesor asesor: Luis Fernando Acebedo R.

Introducción

La relación que existe entre el medio ambiente y la sociedad depende de múltiples factores que la hacen cada vez más compleja; por un lado, la humanidad depende de la disponibilidad de servicios ecosistémicos que no solo garantizan la vida, sino que determinan el bienestar de la sociedad y sustentan su economía, y por el otro, la naturaleza se ve devastada y amenazada por una especie entre las cientos de miles que alberga, una especie que ha creído tener el poder absoluto sobre ella, y que se ha atribuido el derecho de transformarla a su antojo con tal de satisfacer sus necesidades.

La complejidad de esta relación y la importancia de buscar equilibrar la balanza ha desencadenado la búsqueda por encontrar alternativas que logren disminuir el impacto ambiental de las actividades humanas, movilicen la economía y garanticen el bienestar social. En ese orden de ideas, el pago por servicios ambientales es un tema relevante en esta discusión, ya que países como Costa Rica y el Salvador han logrado transformar exitosamente sus modelos económicos migrando desde el extractivismo hacia el conservacionismo (Cuellar Herrador & González, 1999). Algunos de sus propósitos están motivados por la necesidad de contrarrestar las emisiones masivas de gases de efecto invernadero asociado a la quema de combustibles fósiles, prevenir la contaminación de las fuentes hídricas, la deforestación y el deterioro de la calidad del aire.

Es interesante analizar esta alternativa desde la trialéctica espacial aplicada a los estudios socioambientales, teniendo en cuenta que comprender y restablecer la relación que existe entre la sociedad, la naturaleza y el espacio, puede contribuir de manera significativa al equilibrio entre el desarrollo social, la conservación del medio ambiente y la visualización del espacio como un factor clave en la manera como nos relacionamos.

Tema de Investigación:

Estrategias de integración para las comunidades rurales con el fin de transformar su modelo económico a partir de la comercialización de servicios ambientales a fin de lograr un desarrollo sustentable e inclusivo.

Relación teórico-metodológica con la trialéctica espacial

La trialéctica espacial (Lefebvre, 2013) en los estudios socioambientales urbanos establece tres espejos bajo los cuales se analizan las interrelaciones que se dan entre sí, el primero es la sociedad, en donde la especie humana se cree con el derecho absoluto de transformar su entorno en beneficio propio (Acebedo, 2009); este concepto se explica ampliamente desde el antropocentrismo, en donde se establece que solo el hombre tiene moral, y que por ello puede dominar a la naturaleza, despojándola de su valor intrínseco, y otorgándole un valor artificial que depende únicamente del beneficio que pueda brindar (Gutiérrez, 2013), lo cual es insostenible, ya que tenemos un planeta finito, por lo que el pago por servicios ambientales y la transformación hacia una economía basada en la conservación de ecosistemas, puede contribuir significativamente a la solución.

El segundo es la naturaleza, reconociendo que su historia obedece a leyes específicas y que se encuentra en continuo movimiento y transformación, sin embargo, ha sido concebida erróneamente como un espacio lejano, ajeno y externo de la sociedad, desconociendo que la especie humana es naturaleza, y que así como la ha devastado y transformado, la naturaleza reacciona y nos obliga a transformarnos también (Acebedo, 2009); generalmente se asocian dichas transformaciones a la manera como nos debemos adaptar a problemáticas como el cambio climático, sin embargo no basta con eso, es necesario transformar nuestros modelos económicos, desacelerando la presión sobre los ecosistemas, y generando nuevas estrategias que sustenten la economía en la conservación y restauración.

Y Finalmente, el tercer espejo es el espacio, el cual había sido considerado como una plataforma en donde se desarrollaban las relaciones sociales y humanas, la cual se ha transformado en función de las necesidades de la sociedad, invisibilizando su influencia en el comportamiento humano y su manera de relacionarse (Acebedo, 2009); los abruptos cambios en los usos del suelo en áreas de gran importancia ecosistémica reflejan dicha transformación, que tiene un impacto ambiental, económico y social, sobre todo para las comunidades aledañas.

Las relaciones que se dan entre los tres espejos establecidos por la trialéctica ponen sobre la mesa las concepciones erróneas que se han establecido entre sí, por un lado el antropocentrismo ha logrado envenenar el accionar de la humanidad, ignorando el hecho de que somos naturaleza, y por ende, deberíamos priorizar una coexistencia armoniosa, en donde satisfacer las necesidades humanas no sea la única y más importante prioridad; por otro lado, el hecho de creer que somos ajenos y lejanos al medio ambiente, nos ha distanciado física, emocional y espiritualmente de la conexión intrínseca que tenemos con la naturaleza, lo cual nos ha llevado a desarrollar una indiferencia generalizada frente a las problemáticas ambientales; y finalmente, el espacio ha sido transformado a tal punto de no conservar prácticamente ninguno de los elementos que lo componían inicialmente, transgrediendo todos los límites.

Edwar Soja (2008) introduce el concepto de sinecismo o sinergia, estableciendo que ¨Connota las interdependencias económicas y ecológicas y las sinergias creativas, así como también destructivas, que surgen del agrupamiento intencionado y de la cohabitación colectiva de la gente en el espacio, en un hábitat”, teniendo en cuenta que la sociedad ha diseñado un sistema en el que lamentablemente ha establecido una relación ineludible entre la naturaleza y la economía, y en el que se ha potencializado una sinergia destructiva, sin embargo, es posible transitar hacia una sinergia que permita la coexistencia de todas las especies que habitan el planeta, estableciendo una relación mucho más equilibrada, generando beneficios económicos a partir de la conservación y preservación de los ecosistemas que garantizan el bienestar y la calidad de vida.

Posibles alcances y resultados

La trialéctica del espacio desarrolla una tríada conceptual que se compone de la representación del espacio, las prácticas socioespaciales, y los espacios de representación (Lefebvre, 2013). Por un lado, la representación del espacio se refiere a las prácticas espaciales materializadas mediante mapas, planos, técnicas, entre otros, con el fin de reproducir patrones del urbanismo; sin embargo, este componente puede ser analizado desde un punto de vista ambiental, al comparar mapas que reflejan los cambios en el uso del suelo en un ecosistema en específico. Por ejemplo, la Amazonia colombiana, específicamente en el departamento de Guainía, ha experimentado un enorme cambio en su cobertura (Aldana, 2018), como se puede observar a continuación:

Mapa uso/cobertura del suelo Guainía 2001 – 2017. Fuente: Aldana (2018)

La aplicación de este componente en el área ambiental puede beneficiar directamente la estimación de los servicios ecosistémicos que se están viendo afectados debido al cambio en el uso del suelo, a partir del análisis de mapas multitemporales como el presentado anteriormente.

Por otro lado, las prácticas socioespaciales son asociadas al espacio percibido, el cual vincula la experiencia material con la realidad cotidiana y urbana (mercancías, dinero, flujo de personas), incluyendo la producción y la reproducción social (Lefebvre, 2013). Actualmente la Amazonia es impactada por una serie de prácticas sociales, que cambian las características del espacio mediante la deforestación, asociada principalmente a la expansión de la frontera agrícola, la ganadería extensiva, los incendios forestales y la tala para la venta de madera (Ramírez, 2017); desafortunadamente pocas prácticas socioespaciales están enfocadas en la conservación y restauración de áreas con gran importancia ecosistémica, una labor que se busca fortalecer mediante incentivos que impulsen a las comunidades rurales hacia un nuevo modelo económico.

Y finalmente, los espacios de representación corresponden al espacio vivido, Henri Lefebvre (2013) establece que dichos espacios se encuentran ¨penetrados por el imaginario y el simbolismo, la historia constituye su fuente, la historia de cada pueblo, de cada individuo perteneciente a éste¨, en ese orden de ideas, haciendo uso de la imaginación y analizando la historia que puede estar involucrada en los diferentes espacios, es válido analizar el valor simbólico que tienen los ecosistemas para las comunidades indígenas y rurales que los han habitado históricamente, y que albergan una densa historia cargada de conocimientos ancestrales y de sucesos sociales, ecológicos, culturales y económicos.

Comúnmente se le ha atribuido la simbología al arte en espacios urbanos; sin embargo, es importante discutir la necesidad de reconocer y respetar lo que la naturaleza simboliza. La Amazonia tiene una enorme historia que contar, alberga una enorme variedad de comunidades indígenas y campesinas que se han desarrollado allí, y desde luego, se convierte en un símbolo de esperanza a nivel ambiental, reconocido como el lugar más importante en términos de biodiversidad, sumidero de carbono y producción de oxígeno (Ramírez, 2017).

Un ejemplo de la relevancia que tiene el reconocimiento del símbolo que tiene la Amazonia para la humanidad, es el incendio ocurrido en abril de 2019 en la catedral de Notre Dame en Paris. Mientras el mundo entero observaba atónito cómo un símbolo religioso, cultural, turístico e histórico ardía en llamas, se desplegaba un enorme incendio forestal en la Amazonia brasilera que llevaba varios días sin poder controlarse bajo el silencio de los medios de comunicación, desatando una enorme catástrofe ambiental. Sin embargo, la atención y la donación de recursos estaban concentrados en Notre Dame (La Nación, 2019), porque hemos concentrado el valor simbólico en lo material, dejando de lado los factores de los que depende nuestra vida, como el oxígeno y el agua.

Incendio de la catedral de Notre Dame en Paris. Fuente: La Nación, 2019.

Es posible que si reconociéramos lo que simboliza la naturaleza, quizás no estaríamos pasando por la crisis ambiental actual; le hemos dado valor a los recursos que extraemos de ella, y no a los servicios que nos presta; es allí en donde el pago por servicios ambientales podría tener una gran importancia a la hora de reivindicar ese simbolismo.

Conclusiones

La trialéctica del espacio ha centrado el debate principalmente en entornos urbanos, sin embargo, es importante replantear y discutir el enfoque que tiene este tipo de análisis, ya que, al aplicar la tríada de conceptos en entornos rurales, es posible desplegar un amplio campo de acción y de investigación, que pueden llegar a contribuir de manera significativa al desarrollo de proyectos que buscan desviar la atención hacia la conservación de ecosistemas.

Existe una necesidad de ahondar en la concepción de espacios de representación aplicada a ecosistemas estratégicos, teniendo en cuenta que el simbolismo tiene un gran poder sobre el accionar de la humanidad, y ha sido concentrado principalmente en las áreas urbanas, lo que abre una puerta enorme a poder fortalecer los simbolismos sobre la naturaleza, los servicios que presta y la importancia de su conservación.

La modificación de las prácticas socioespaciales que se desenvuelven en áreas de gran importancia ambiental constituye una ficha clave sobre la posibilidad de migrar hacia prácticas basadas en la conservación y restauración del medio ambiente, teniendo en cuenta que su quehacer ha sido enfocado en la extracción y explotación de recursos, basándose en un argumento económico, el cual puede ser modificado a partir del pago por servicios ambientales.

Referencias

Acebedo, L.F. (2 de agosto de 2009). Caleidoscopios Urbanos. Sociedad+Espacio+Naturaleza (I). http://caleidoscopiosurbanos.blogspot.com/2009/08/sociedad-espacio-naturaleza-i.html

Acuña, Marvin; Orozco, Jeffrey (1997). Fortaleciendo las perspectivas para el desarrollo sostenible en Costa Rica. CINPE – WWF – PRISMA. 1ª. Ed. Editorial E5. Heredia, Costa Rica.

Aldana, T. J. (2018) Deforestación en el Amazonas colombiano, departamento del Guainía entre el 2001 y 2017 a partir del análisis de imágenes satelitales LANDSAT. Universidad de los Andes. https://repositorio.uniandes.edu.co/bitstream/handle/1992/39269/u821170.pdf?sequence=1

Cuellar, N., Herrador D., González, M. (1999). Comercio de servicios ambientales y desarrollo sostenible en Centroamérica: Los casos de Costa Rica y El Salvador. Canada: International Institute for Sustainable Development. Recuperado de https://www.iisd.org/system/files/publications/prismasumrprt_s.pdf

Gutiérrez, C. (2013). Relación Industria y Medio Ambiente: Las Éticas Antropocéntrica y Ecocéntrica. Elementos 91, pp. 51-55

La Nación (2019). La inesperada comparación que desataron los incendios en el Amazonas con la tragedia de Notre Dame. https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/la-inesperada-comparacion-desataron-incendios-amazonas-tragedia-nid2279847/

Lefebvre, H. (2013). La producción del espacio. Capitán Swing Libros, S.L.

Ramírez, J.C. (2017). Amazonia posible y sostenible. Recuperado de: https://www.cepal.org/sites/default/files/news/files/folleto_amazonia_posible_y_sostenible.pdf

Soja, E. (2008). Postmetrópolis, Estudios críticos sobre las ciudades y las regiones. Traficantes de sueños.

Una mirada sociológica a la relación de las estructuras del espacio físico y social en Manizales


Por: José Wbaldo Salazar Ramírez

Sociólogo
Estudiante de la Maestría Medio Ambiente y Desarrollo
Universidad Nacional de Colombia, sede Manizales.

Como lo afirma Bourdieu (1999: 179) los agentes sociales  se constituyen como tales, en relación con un espacio social y las cosas, en tanto los agentes se apropien de ellas como suyas; de igual forma, están situados en un lugar del espacio social que pueden caracterizarse por su posición relativa con respecto a otros lugares y por la distancia que los separa de ellos. Con este exordio se da apertura al presente artículo, resaltando la importancia de la mirada a uno de los “rascacielos” de Manizales que se construye al costado oriental del edificio de valor patrimonial en donde funciona la Escuela de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional, seguido de la observación a una de las pocas “vías rápidas” de la ciudad: la carrera 23, para finalizar con el espacio interior  de la ciudad: el barrio.

Lugares de tránsito

Cuando se llega a la Escuela de Arquitectura y Urbanismo, considerado patrimonio arquitectónico por representar una estación central del cable aéreo que sirvió como lugar de recepción de productos y viajeros entre los “centros urbanos” de Mariquita y Manizales  en los albores del siglo XX, es inevitable mirar por contraste el nuevo edificio modernista (Imagen 1) al costado oriental de este “monumento”. Este edificio de fachadas en vidrio es producto de la libertad de la que disponen los arquitectos contemporáneos para jugar con la forma, el material y el color de sus obras. Como diría Bauman (2008:104) cuando analiza la Plaza de La Défense en París, los edificios de formas fantásticas que rodean algunos emplazamientos urbanos están hechos para ser mirados, no para entrar en ellos: “envueltos de arriba/abajo en cristal espejado, no parecen tener ventanas ni puertas de acceso”; con gran ingenio consiguen darle la espalda a los otros monumentos, a los otros lugares que lo rodean.

Imagen 1. Vista del edificio en construcción, desde el interior de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo. Fuente: J.W.S.R

Imagen 1. Vista del edificio en construcción, desde el interior de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo. Fuente: J.W.S.R

A la vista, resultan ser imperiosos e impenetrables desde la concepción de Bauman (2006:104) ya que ambas cualidades se complementan y se refuerzan mutuamente, es decir que, desde sus estructuras físicas transmiten sensaciones de exclusión pero a la vez de selección, por tanto, no todos pueden acceder a él ni mucho menos establecer relaciones dentro de él. Son como diría Bauman lugares inhóspitos, inspiran respeto pero desalientan la permanencia. Estas fortalezas herméticamente selladas, están en un lugar, pero no pertenecen a él, dada la otra arquitectura tradicional e histórica instaurada allí durante décadas.

Los requerimientos para definir su ubicación dentro del espacio físico, deben contar con la aprobación de la autoridad (Oficina de Planeación y Curaduría Urbana) que con alcance administrativo otorgan las diferentes licencias, generando un vacío sobre la primacía de la conservación patrimonial y arquitectónica del paisaje. Una vez más se observa que la lógica del mercado y el capitalismo mediado por grupos inmobiliarios estructuran y modelan las nuevas percepciones del espacio físico y social, así como también, el mismo espacio físico cosificado, producto del capital, modela la conducta del agente; luego, quienes entran en un espacio deben cumplir las condiciones que éste exige tácitamente de sus ocupantes/visitantes.

Por ello, los diferentes espacios sociales reificados (Bourdieu; 1999:182), es decir, físicamente objetivados o realizados, presentan así, una distribución diferenciada de bienes y servicios y también, de agentes individuales o grupos localizados físicamente provistos de oportunidades más o menos efectivas de esos bienes y servicios.

“La relación entre la distribución de los agentes y la distribución de los bienes en el espacio, define el valor de las diferentes regiones del espacio social reificado” (1999: 183).

Así, el acceso a esos bienes y servicios también están mediados por el capital y la distancia con respecto a ellos, además de la instrumentalización del conocimiento al momento de planificar la ciudad; para resolver este planteamiento es importante contar con el desarrollo vial y otros factores de equipamiento colectivo para que los agentes vivan la ciudad tanto comunitaria como individualmente.

La carrera 23 en Manizales: una vía para re-correr y con-sumir la ciudad

Se afirmaba en los párrafos anteriores que el capital da cierto poder sobre el espacio y se manifiesta en sus diversas formas sobre el espacio “habitado” o apropiado en palabras de Bourdieu (1999: 184) bajo la forma de una determinada “relación entre la estructura espacial de distribución de los agentes y la estructura espacial de distribución de los bienes y servicios, privados o públicos”. La posición de un ciudadano en el espacio social con respecto a la avenida Santander (Imagen 2), se expresa en el lugar en el que está situado y por la posición relativa en cuanto a desplazamiento y tiempo para llegar a ésta avenida que por su diseño y ubicación, hace de la ciudad de Manizales una comunicación bidireccional en sentido oriente-occidente, marcando el progreso traído por la “cultura cafetera”. Es decir que, los diferentes espacios sociales físicamente objetivados, tienden a oponerse en algunos casos.

Imagen 2. Vista de la Carrera 23 o Avenida Santander, entre las calles 60 y 65. Fuente: J.W.S.R

Imagen 2. Vista de la Carrera 23 o Avenida Santander, entre las calles 60 y 65.
Fuente: J.W.S.R

En esta avenida se encuentra un gran abanico de comercio que tiene en común posiciones elevadas por su inclusividad/exclusividad de su actividad y objeto comercial, pero también por las propiedades y calidades de las mercancías, haciéndose atractivo para ciertos grupos etarios, por lo tanto, puede ser una forma de mantener a distancia y excluir toda clase de intrusión indeseable. Se encuentra también sobre la misma, la mayoría de los agentes que ocupan posiciones dominantes, como también un amplio comercio para aquellos sujetos de poco capital, por no decir medido según sus condiciones sociales[1].

Las grandes oposiciones sociales objetivadas en el espacio físico tienden a reproducirse en el pensamiento y el lenguaje bajo la forma de oposiciones constitutivas de un principio de visión y división, es decir, en tanto que categorías de percepción y apreciación o de estructuras mentales” (Bourdieu; 1999: 184).

El llamado de éste autor es el de revelar sobre el sistema de preferencias que se instalan dentro del espacio físico apropiado a través de las cuales las estructuras sociales se convierten progresivamente en estructuras mentales, originando con ello, imaginarios de exclusión, una clase de poseedores que cada vez más disminuye en la lógica del mercado actual, y en dónde Manizales por su escaza industria y por la pocas posibilidades de generación de empleo y toda la problemática de falta de sinergia entre la ciencia y la industria, entre otras, reafirma esta hipótesis, además del interés y la connivencia de los expertos en privilegiar a grupos inmobiliarios con su conocimiento de localización, posición y ocupación de los espacios físicos y sociales.

Manizales no escapa a la realidad de las grandes megalópolis, donde el poder que da el capital en sus diferentes formas sobre el espacio es también un poder sobre el tiempo, la proximidad en el espacio físico permite que el espacio social produzca todos sus efectos al facilitar la acumulación de capital social y, más concretamente, al posibilitar encuentros previsibles y fortuitos que asegura el hecho de frecuentar los lugares; de la misma manera, quienes carecen de capital son mantenidos a distancia.

El interior de la ciudad: el barrio.

Tener y poseer capital intensifica la experiencia de infinitud: la posibilidad del desplazamiento, movilidad, gozar, vivir y consumir la ciudad a su antojo, gusto y semejanza; y en el lado opuesto, carecer de capital intensifica la experiencia de la finitud: anclaje a un lugar.

Las capacidades de apropiación de los diferentes bienes y servicios por un agente ya sea público o privado, en definitiva está mediado por el capital que posee; en efecto, ciertos espacios, y en particular los más cerrados, los más selectos, exigen no sólo un capital económico y cultural sino también un capital social. En la mirada interior (Imagen 3) los procesos de exclusión que se observan en ciertos lugares residenciales de Manizales como el barrio Palermo, refleja la realidad de un país donde los poseedores/tenedores cuentan con todo el acceso a los lugares, espacios y sitios para el tránsito o para el encuentro según su localización privilegiada.

Imagen 3. Vista del Barrio Palermo, Manizales. Fuente J.W.S.R

Imagen 3. Vista del Barrio Palermo, Manizales. Fuente J.W.S.R

En Manizales, como en Colombia, existen algunas “fronteras naturales” en la condición de límite al interior de la ciudad. Así como existen barrios para la clase dominada, como aquellos localizados al norte y sur de la ciudad; existen barrios para la clase dominante en el oriente y occidente, como una manera de “selección natural”, donde unos y otros por sus preferencias y por las posibilidades de acceso al capital se ubican de acuerdo a su condición de existencia material. Estos barrios como el que se aprecia en la imagen, denotan posiciones de exclusión e indiferencia con respecto a la miseria de los más desvalidos, aunque en la práctica comparten fronteras.

Casi siempre son barrios fantasmas. En la monótona regularidad de los horarios, sus moradores salen a tempranas horas y regresan a altas horas de la noche, razón por la cual en el tiempo restante del día, el barrio es un lugar sin actividad, sin vida; y en oposición, los “otros” barrios y sus mundos de vida, son más comunitarios, más propensos hacia el encuentro, en la esquina, en la calle o en escenarios recreativos y lúdicos, propiciando cierta clase de identidad con el territorio y el barrio.

Finalmente y sin el ánimo de localizar los planteamientos acá expuestos en la teoría de la marginalidad que bien fue planteada y criticada  hasta los años 60 del siglo pasado, en el espacio físico y social en Manizales se aprecian diferencias económicas y sociales que invitan a una observación más interna del desarrollo del urbanismo y la planificación de la ciudad, que complejice la mirada propiamente externa como consecuencia del acceso al capital; es decir, que el camino que siguió esta mirada es desde un punto de vista más singular desde las diferentes tramas que construyen los sujetos que habitan la ciudad en tanto categoría de percepción y apreciación, y la alusión al capital es simplemente para denotar metodológicamente la mediación de la sociedad capitalista en el consumo y las múltiples maneras del habitar, llegando a configurar lo que desde el gusto y la psicología económica se llama el sistema de preferencias.

Bibliografía

BAUMAN, Zygmunt. (2006). Modernidad Líquida. Fondo de Cultura Económica. Argentina.

BOURDIEU, Pierre. (1999). La Miseria del Mundo, efectos de lugar. Fondo de Cultura Económica. Argentina


[1] En ésta reflexión, no se abordará el tema de los estudiantes universitarios, siendo Manizales una ciudad universitaria por excelencia, dado que cualquier lector podrá preguntarse  cómo éstos sujetos en tanto capital (social y cultural) habitan y consumen la ciudad debido a sus jornadas escolares y por la localización de la institucionalidad educativa sobre ésta avenida.

Identidad cultural en los territorios en conflicto

Por: Roberto Octavio Chávez Olivos

Arquitecto,
Estudiante de Maestría Medio Ambiente y Desarrollo,
Universidad Nacional de Colombia Sede Manizales.

“La construcción de territorios físicos y simbólicos ha sido fuertemente convulsionada en Colombia. Al igual que en los demás países latinoamericanos, desde la invasión ibérica la imposición de nuevos dominios implicó no sólo la destrucción y el genocidio, sino el mestizaje, el arribo de nuevas razas, credos, costumbres y usos que más que un traslado de culturas y formas políticas y económicas significó en realidad una cadena de recreaciones originales de instituciones, lenguajes, relaciones sociales, explotaciones económicas y formas de dominación política.…..”
(Lozano, 2008)

En los países de América Latina, una de las manifestaciones más típicas del fenómeno global de concentración de la tierra es la ocupación por empresas extractivas del patrimonio natural de la Amazonía, “La minería y la explotación de hidrocarburos son las actividades económicas que más conflictos han generado entre las comunidades indígenas, el Estado y las empresas, durante las últimas décadas. En América Latina, aunque los pueblos indígenas sean dueños de sus territorios, los Estados se reservan la propiedad del subsuelo, concesionándolo a empresas que extraen esos valiosos recursos” (Helvetas Swiss Intercooperation, 2011), hecho que no solo provoca consecuencias ambientales adversas, sino que afecta la identidad cultural de las comunidades nativas poseedoras inmemoriales del territorio.

En este sentido el ingreso de empresas extractivas a un territorio tienen que tener presente el concepto de la identidad cultural, donde se hace necesario comprender primero la cultura del territorio y su transformación gradual en el tiempo, a través de esto vamos encontrando la identidad, el patrimonio cultural y su relación con el territorio y el medio ambiente. El tema cultural es muy amplio y va abarcando varios aspectos en lo económico, social, ambiental y político, aquí la cultura juega un rol de cohesión social, de autoestima, creatividad y memoria histórica, plasmada en el patrimonio material e inmaterial, donde entran actividades y políticas públicas orientadas a la conservación, restauración, puesta en valor, y uso social de los bienes patrimoniales. La identidad cultural encierra un sentido de pertenencia a un grupo social con el cual se comparten rasgos culturales, como costumbres, valores y creencias; así mismo la identidad no es una abstracción fija, sino que va surgiendo individual y colectivamente y se nutre continuamente de la influencia exterior, esta percepción se encuentra frecuentemente vinculada a un territorio.

Como señala la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, “[…] para las comunidades indígenas la relación con la tierra no es meramente una cuestión de posesión y producción sino un elemento material y espiritual del que deben gozar plenamente, incluso para preservar su legado cultural y transmitirlo a las generaciones futuras”. (CIDH, 2009).

Desarraigo Territorial y Presión Extractiva

La transformación de las condiciones de vida en las comunidades andinas ante el desarraigo territorial por empresas extractivas del patrimonio natural deberá replantear no sólo la relación hombre-naturaleza en las principales zonas actuales de expansión de la industria, sino también los arreglos sociales, económicos, políticos y culturales de las poblaciones, resignificando las estrategias de subsistencia y la disputa por los territorios y su configuración, consolidando el derecho al territorio, comprometiéndose a aceptar que un pueblo y su cultura están unidos al hábitat donde viven; por ello, el territorio se considera un espacio indivisible que comprende el bosque, sus suelos y los recursos de los cuales los grupos originarios se valen para asegurar su subsistencia y continuidad. Complementario al derecho a la autoidentificación y al territorio es el derecho al consentimiento, al reconocimiento y la defensa de los “derechos Colectivos”(MACKAY, 1999:5), consulta y acuerdo. Este punto se refiere a la potestad de los grupos étnico-culturales para intervenir en las decisiones gubernamentales que les competen y afectan directamente.

Se debe hacer mención que si los pueblos indígenas son despojados de sus territorios su derecho a la autoidentificación estaría amenazado, pues este comprende mucho más que un derecho de propiedad, razón por la cual la legislación internacional busca garantizarlo. En su declaración de septiembre de 2007 sobre los derechos de los pueblos indígenas, la Asamblea General de las Organización de las Naciones Unidas (onu, 2007) establece, en lo referido al territorio, que se les debe otorgar un estándar mayor de protección, considerando la conexión particular que mantienen con la tierra y sus recursos; esto implica limitaciones significativas en el ejercicio de los poderes del Estado en la utilización de las áreas en que habitan.

Desmonte-y-desarraigo

FIGURA 01. Escultura del artista SANCA. Aspecto de la obra realizada en reclamo al desarraigo que sufren los pueblos originarios al ser expulsados de sus tierras ancestrales. Fuente: http://es.upside-art.com/artworks/014241-desmonte-y-desarraigo

Construcción de una imagen de identidad ante un desarraigo

La diferenciación de ésta construcción se basa fundamentalmente en la homogeneización cultural, territorial y la consecución del sentimiento de una misma ascendencia-filiación, éste proceso se conoce con el nombre de etnificación. La construcción de una identidad más pertinente al contexto y sus posibilidades, y revalorizar áreas de un territorio que son valiosas y determinantes para el desarrollo y el crecimiento territorial a futuro. Estimo que, así como las personas y los territorios construyen una y otra vez, una imagen de sí mismos, a partir de su historia, costumbres y sus creencias, y en función de ésta, establecen sus prioridades y definen sus acciones. Los habitantes deben pensar y re pensar su ciudad, su territorio, su comuna, para poder construirla con criterio, a imagen y semejanza de lo que esperan de ella, y de lo que ésta puede brindarles. Solo a partir de esta toma de conciencia colectiva, es posible un crecimiento, que contemple el cuidado, la protección y la sostenibilidad de estos sectores de incalculable valor. Lo que no se conoce, no se puede valorar, y mucho menos, defender y cuidar.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

CIDH. (2009). Derechos de los Pueblos Indígenas y Tribales sobre sus Tierras ancestrales y Recursos Naturales. Recuperado el 05 de Noviembre de 2013, de http://www.oas.org/es/cidh/indigenas/docs/pdf/Tierras-Ancestrales.ESP.pdf

ESPINOSA, O. (2001). Territorio y Cultura Territorios de Conflicto y Cambios Socio Cultural. Manizales, Caldas, Colombia. Recuperado el Octubre de 2013.

Helvetas Swiss Intercooperation. (01 de Julio de 2011). Territorio Indigena y Gobernanza. Recuperado el 04 de Noviembre de 2013, de Industrias Extractivas: http://www.territorioindigenaygobernanza.com/

LOZANO, F. (Febrero de 2008). Dominioss territoriales ,desarraigos e imaginarios religiosos en Colombia. Una aproximación histórica. Recuperado el 05 de Noviembre de 2013, de http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/grupos/alonso/Lozano.pdf

MACKAY, F. (1999). Los Derechos de los Pueblos Indigenas en el Sistema Internacional de las Naciones Unidas. En I. I. Legales. Recuperado el 04 de Noviembre de 2013, de http://derechoshumanosycooperacion.org/pdf/dpi-libro-completo.pdf

ONU. (2007). Declaracion de las Naciones Unidas sobre los derechos de los Pueblos Indigenas. Recuperado el 05 de Noviembre de 2013, de http://www.un.org/esa/socdev/unpfii/documents/DRIPS_es.pdf

La ciudad habita el territorio del agua

 “En el principio, cuando Dios creó los cielos y la tierra, todo era confusión y no había nada en la tierra. Las tinieblas cubrían los abismos mientras el espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas”[1]

 Por: Norma Constanza Idárraga Hernández

Trabajadora Social, estudiante de la Maestría en Medio Ambiente y Desarrollo, Universidad Nacional de Colombia

Foto

Foto Idárraga, N. (2013) “Plan de Ordenación y Manejo de la Cuenca del río Chinchiná. Consejo de cuenca” , Manizales.  
 

La ciudad habita el territorio del agua. El génesis bíblico propone el agua como elemento necesario desde donde se empieza a construir la vida. Dios aletea sobre el agua como elemento primigenio del que parte la construcción, no de la creación pero sí del planeta como exponente de lo que será después la vida.

Aristóteles nos cuenta  en su obra Metafísica, que Tales de Mileto, filósofo de occidente,  propone el agua como el elemento principal y constitutivo del mundo. El filósofo ve en el líquido, en su naturaleza maleable y necesaria, el principio de la vida y de las cosas.

Pero más allá de elementos teológicos y filosóficos, pragmáticamente el agua es un elemento fundacional en el sentido más literal de la palabra. La especie humana  desde sus orígenes buscaron las riveras de los ríos, la proximidad de fuentes para asentarse. Aún hoy no pueden existir asentamientos sin agua, quienes buscan fundar una población pueden ignorar problemas como el clima, la calidad de la tierra y hasta las pendientes o las alturas, pero no el de la falta del líquido. Es así que la ciudad debe habitar el territorio del agua.

Las cuencas hidrográficas ofrecen numerosos servicios a la ciudad. El suministro mundial de agua dulce para uso doméstico, agrícola e industrial depende de los caudales que se producen y regulan en las cuencas. La agricultura y la seguridad alimentaria dependen en gran medida del agua superficial y los sedimentos recogidos y transportados por las laderas de las cuencas (FAO, 2007; Mountain .Agenda, 1998).

Pero no hay tal cosa como una simbiosis entre la ciudad y su patrimonio  hídrico. La urbe usa el líquido pero no ayuda ni  a conservarlo ni a mantenerlo siquiera limpio. Le roba espacios, tuerce sus cauces y desencadena tragedias producidas por una de las características más interesantes del agua, su versatilidad, su capacidad de escaparse, de encontrar siempre un camino, de no dejarse detener ni estancar.

Desde la antigüedad, el origen de las ciudades se ve relacionado con la presencia de una cuenca hidrográfica que permita el mejoramiento de la calidad de vida de sus habitantes. Sin embargo, también desde el origen de las ciudades en nuestro continente, la  relación Cuenca – ciudad no ha tenido la atención necesaria desde la planificación del territorio y los usos del suelo como lo han demostrado los estudios de la CEPAL (1999: página 22): 

Las riveras de los ríos son intensamente utilizadas por la población de escasos recursos  como medio de vida ya que estas áreas son utilizadas para establecerse y solucionar su problema de vivienda, sin preocuparse por  los riesgos que esto acarrea: inundaciones, deslizamientos, contaminación, falta de salubridad, inseguridad,  deteriorando totalmente su calidad de vida 

Los usos del agua están determinados por la altura. Y esto también tiene que ver, con excepciones, por supuesto, con las identidades de las ciudades. Las partes altas de las cuencas, denominadas páramo o jalca, son el lugar donde se genera y concentra la mayor parte del agua. Sus poblaciones son menores y en la mayoría de las regiones la habitan predominantemente pequeños productores, comunidades campesinas y pueblos indígenas. La cuenca media es el sector relacionado fundamentalmente con el escurrimiento del agua, siendo frecuente la presencia de pequeñas ciudades y gran actividad económica. La parte baja tiene pendientes mínimas, está constituida por amplios valles, donde se desarrolla una intensa actividad agropecuaria, y por medianas y grandes ciudades. Allí también se ubican los grandes proyectos de irrigación con importantes sistemas de embalse. El potencial de aguas subterráneas de estas zonas es alto (Corpocaldas, ASOCARS, Universidad Nacional de Colombia, 2012)

Manizales clasifica como una ciudad de cuenca urbana, (sería interesante la  reflexión acerca de qué hace que una ciudad sea realmente ciudad en relación con los usos y abusos sobre el agua y hacernos la pregunta acerca de si Manizales alcanza el no necesariamente honroso título). Definir si las poblaciones son o no ciudades a partir de los usos del agua sería un interesante ejercicio, que alejaría la discusión de temas solamente urbanísticos, poblacionales o de uso de los suelos.

Mélida Restrepo de Fraume enseñaba a Manizales como algo que está mucho más allá que un conjunto de calles y avenidas. Ella advertía sobre la idea errónea  y generalizada de pensar a Manizales como su zona urbana, pero era clara en sus clases, en que no podía olvidarse que Manizales es un territorio que abarca zonas de Páramo y también zona bajas que están entre los 800 y los 2 800 metros sobre el nivel del Mar.

Vista así hay que pensar a Manizales dentro de diferentes territorios del agua, y no solo, como se puede pensar a primera vista, como ubicada en único territorio.

A pesar de la gran importancia que tienen las cuencas hidrográficas, su deterioro sigue siendo evidente. Para el caso específico de la cuenca hidrográfica del río Chinchiná, territorio al que pertenece Manizales, se puede ver cómo a partir de la segunda mitad del siglo XIX se inició su proceso de deterioro. Extensas zonas fueron deforestadas debido a la extracción de madera y leña y a la ampliación de la frontera agropecuaria. Debido al uso equivocado del suelo se ha deteriorado la oferta ambiental, se ha modificado el ciclo hidrológico, hay altos niveles de sedimentación en las captaciones de agua, avanzan procesos erosivos, y hay pérdida de hábitat para la flora y la fauna (Acosta & Muñoz, 2005 página 4).

Este conflicto se genera en la mayoría de las ciudades que cuentan con una cuenca urbana. Existe entonces la necesidad de establecer una íntima relación entre la solución técnica de los planificadores y la vida que allí se desarrolla, es decir la participación de la comunidad que está presente en la cuenca, pues cómo se acaba de ver, la cuenca no se detiene en el territorio de la ciudad, sino que es la  ciudad la que afecta todo el territorio de la cuenca que habita.

Es desde esta idea que se han dado en la ciudad diálogos de saberes que permiten la

(…) conformación de comunidades activas, que interpreten, den significado y transformen su realidad desde sus propios contextos de vida, desde sus propias vivencias. Reconocer que el otro en la comunidad es poseedor del saber, del conocer que en la vivencia cotidiana ha construido, es un camino para pasar de la intervención al encuentro, de la imposición al diálogo y así impedir la dominación de las personas o grupos que realizan los trabajos con la comunidad, aspecto que ha sido muy común en éste tipo de procesos sociales (Cordero y Romero, 2007: página 1)

Estos diálogos permiten redimensionar el territorio a través de construcciones colectivas, no a partir de mapas si no de saberes tejidos en red que se conforman y se reconfiguran con la retroalimentación.

Los diálogos permiten crear conciencias en temas, sin los cuales lo que se hace en áreas como el uso de la madera y la leña en las cuencas serían solo normas que para los habitantes representan formas de represión del Estado y no maneras de convivir con los territorios del agua.

Es cierto que los bosques de las cuencas son una fuente importante de madera y leña y que la vida y los medios de subsistencia de gran parte de la población rural dependen directamente del patrimonio natural de la cuenca, pero no es cierto que las prácticas no puedan cambiar, eso sí, a partir del trabajo directo de la comunidad que se apropia de su cuenca, y no únicamente con medidas de carácter restrictivo o punitivo.

Bibliografía

Aristóteles, Metafísica, traducción de Calvo Martínez T., Gredos, Madrid 2005.

Cordero Rodríguez, Xiomeli; Romero, Elizabeth. (2007). Abordaje comunitario y el diálogo de saberes. Experiencias desde la educación superior.  Universidad Bolivariana de Venezuela ,Sede Zulia, Venezuela

CORPOCALDAS, ASOCAR, Universidad Nacional de Colombia sede Manizales. (2012).  Gestión Integral del recurso hídrico en la cuenca hidrográfica del río Chinchiná. Informe de avance No. 1. 2012, Documento sin publicar.

Acosta Israel, Muñoz Jorge (2005) Proyecto Forestal para la Cuenca del Río Chinchiná Departamento de Caldas. Estudio de caso No 1. Colombia. Procuenca.

Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la agricultura (1998). Mountain Agenda.  Mountains of the world. Watertowers  for the 21st century. Berna, Suiza, Universidad de Berna.

Dourojeanni Axel; Jouravlev Andrei. (1999) Gestión de cuencas y ríos vinculados con centros urbanos. Comisión Económica para América Latina y el Caribe CEPAL.


[1] Biblia Latinoamericana Católica

Nuevas formas de percibir (vivir) la ciudad en la era digital.

Por: Harrison Murillo Ospina.
Arquitecto. Estudiante de la Maestría en Medio Ambiente y Desarrolo de la Universidad Nacional de Colombia

Es significativo hablar de ciudad cuando se vincula o integra una visión del territorio no solo como espacio físico, sino como aquel que es un cúmulo de afectos y de acciones de una sociedad humana que transforma ese paisaje. La ciudad es también un escenario de comunicación y desarrollo cultural.

Ese conjunto de sucesos y acontecimientos es en realidad la ciudad, con un gran número de significados, donde los diferentes individuos, personajes y grupos que interactúan la reconocen, la viven, la imaginan, la construyen, la destruyen y la reconstruyen.

La percepción de ciudad ha cambiado y evolucionado, se ha transformado en un territorio conocido y al mismo tiempo desconocido; un territorio en el que se puede reconocer que el crecimiento humano ha sido supremamente rápido, en una migración de campo a ciudad, con un ritmo avasallador, “Actualmente, la mitad de la humanidad vive en ciudades y la población urbana aumentó desde aproximadamente 750 millones en 1950 hasta 3.600 millones en 2011. Hacia 2030, casi un 60% de la población mundial residirá en zonas urbanas”. (UNCSD, 2012).

Pero valdría la pena preguntarse si los seres humanos viven la ciudad, la sienten, la perciben, o por el contrario la ciudad ya no es vivida en su totalidad, solo transitada, pasando casi desapercibida. El problema puede ser la expansión desmesurada, la localización de escenarios sociales en ciertos puntos, los cambios en  los hábitos de vida (los cuales hacen que la ciudad sea vivida y percibida a través de los medios de información, creando una nueva cultura, teniendo como resultado ciudades imaginarias, virtuales, digitales y escenarios de comunicación), entre otros.

Desde el punto de vista social, disminuye o desaparece el contacto entre las personas, para quienes las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicaciones —TIC— ejercen una labor de intermediación y, en no pocas oportunidades, crean una espacialidad virtual, muchas veces más real o dinámica que los espacios íntimos del hogar o los colectivos, como el trabajo. (Acebedo, 2010).

Esta nueva e innovadora cultura digital por decirlo así, aparece la ciudad desde el entorno multidimensional, un entorno digital y de realidad virtual, creando otra forma de relación entre hombre – ciudad.

La ciudad digital como modelo

 […] “en nuestra época se ha intensificado de manera exponencial la relación entre las TIC y la ciudad, surgiendo el concepto de ciudad digital” (Cirlot, Buxó, et.al, 2007:61-62).

La ciudad digital se presenta como un modelo de sociedad, introduciendo nuevas formas de relacionarse en la vida diaria y con el entorno, mediante la comunidad de la información, induciendo a la ciudad a innovar y fortalecer su infraestructura a través de la tecnología. La misma que con sus líneas digitales permite una movilidad intangible pues proyecta al ser humano a lugares lejanos, los cuales no se transitan en si físicamente si no por elementos del llamado ciberespacio.

El hipermedia o hipertexto, entendida como una herramienta digital (multimedia que contiene no solo texto, sino otros medios: video, imagen, audio entre otros), contribuye a facilitar así la comunicación e interacción. “El hipermedia constituye un auténtico reto para la imagen de la ciudad y la creación del conocimiento” (Cirlot, Buxó, et.al, 2007:61-62). A través del hipermedia y mediante la reproducción en tercera dimensión se puede revivir, restaurar y acceder a espacios desaparecidos y vedados para algunos.

La ciudad digital permite al visitante interactuar con todo este ámbito multidimensional. Para que una aplicación informática, por muy sofisticada que sea, pueda ser entendida como realidad virtual, el usuario debe poder actuar sobre su entorno, moverse libremente, sentirse realmente inmerso en un nuevo medio. […](Cirlot, Buxó, et.al, 2007:61-62)

Podemos decir que la percepción de la ciudad digital, es una forma de analizar la ciudad mediante software con diferentes fines, pues recrea entornos urbanos con una simulación de hábitats y ubica en el tiempo objetos culturales que han sido destruidos, permanecen o han desaparecido, marcando así un cambio sustancial del espectador – protagonista frente a la imagen (virtual) (ver figura 1). Podemos entonces conocer la ciudad desde la manera intangible con la sola imagen digital? ¿las ciudades del futuro serán también elementos irreales?, o por el contrario, ¿permitiremos al ser humano recorrer y vivir lo que no es táctil?

Figura 1. Proyección Edificio Picasso. Ejemplo representación imagen (virtual), elaborada mediante software 3ds max - photoshop. Fotografía e imagen Apolonio Espinel - Harrison Murillo. Abril 2012.

Figura 1. Proyección Edificio Picasso. Ejemplo representación imagen (virtual), elaborada mediante software 3ds max – photoshop. Fotografía e imagen Apolonio Espinel – Harrison Murillo. Abril 2012.

Ciudad Virtual

La ciudad virtual se presenta como la figura principal de la cultura digital, donde la realidad virtual  juega un papel muy importante. Así como se reconstruye el pasado podemos crear ciudades imaginarias para ser recorridas en un proceso de redescubrimiento de nuevos entornos.

Esta cultura digital cada día atrae más usuarios que van a ayudar a definir  la ciudad por medio de la participación en la construcción de su entorno (Territorio), lo cual va a facilitar la interacción entre grupos, individuos, personas, entre otros. Esto dará origen a la creación de nuevas tribus urbanas virtuales. Así, la ciudad empieza a tomar otro significado de los muchos que tiene. La ciudad real ya se vive por medio de nuestros ordenadores, lo virtual, la superposición de imágenes, la tercera dimensión, entre otros, hacen posible recorrerla, verla, conocerla, apreciarla; una de las aplicaciones que hacen posible esto es “Google Maps” o Street View.

Desde el punto de vista de la arquitectura, la ciudad virtual es un fin u objetivo; “Los grandes arquitectos intervienen con sus símbolos sobre los lugares del nuevo prestigio y trazan, en cierto modo, el gran plano de esta ciudad-mundo o meta-ciudad virtual, como lo define Paul Virilio” (Muntañola, 2011:227). Desde este punto de vista la planeación de la ciudad es más ordenada. Esta ciudad podría ser pensada, trazada, diseñada, estructurada y proyectada sin que llegara a ser una ciudad ideal.

Ciudad Tecnológica

El desarrollo desmesurado de la tecnología transforma el contexto de la ciudad; la ciudad se torna dispersa, las comunidades ya interactúan  por medio de la red, la información y el conocimiento es clave para los encuentros en espacios digitales.

La ciudad tecnológica, más allá de ser solo definida por las TICs, debe desarrollarse desde la producción del conocimiento, la innovación y la ciencia; el hombre por su naturaleza racional es básicamente un individuo tecnológico; mediante el uso de la técnica el ser humano le ha sido fácil la adaptación al medio, tanto para satisfacer sus necesidades como deseos.

La red global digital, el internet, no es sólo un sistema de transporte para el correo electrónico, las páginas web y la televisión digital. Es una forma completamente nueva de infraestructura urbana que cambiará el aspecto de nuestras ciudades tan espectacularmente como lo hicieron en el pasado el ferrocarril, las autopistas, el suministro de energía eléctrica y las redes telefónicas. (Mitchell, Willian Jhon, 2001).

No es suficiente en una ciudad tecnológica contar solo con servicios básicos como el agua potable, alcantarillado, electricidad, vías de comunicación y alumbrado público; el adelanto tecnológico en los últimos años ha sido muy importante en el desarrollo y mejoramiento de la producción de estos servicios, como en el proceso de construir y percibir la ciudad, y al mismo tiempo integrarla con la naturaleza; el hombre ha entendido que debe cambiar su forma de pensar, coexistir y relacionarse.

Figura 2. La ciudad tecnológica. Ciudad de Manizales. Fotografía del autor. Diciembre 2012.

Figura 2. La ciudad tecnológica. Ciudad de Manizales. Fotografía del autor. Diciembre 2012.

En conclusión no existirá una ciudad ideal, dada la complejidad y gran cantidad de individuos que la componen, su diversidad, los intereses y necesidades que los movilizan. Es más factible llegar a una aproximación de la planificación de la ciudad, pero para lograrlo, las herramientas tecnológicas (digitales – virtuales) son de gran ayuda.

Referencias

Acebedo R., Luis Fernando. (2010). La anti-ciudad o la pérdida del sujeto urbano. Agenda Cultural Alma Mater. No. 168. Recuperado de http://aprendeenlinea.udea.edu.co/revistas/index.php/almamater/article/viewFile/6372/5865

Cirlot, Lourdes. Buxó, Ma. Jesús. Casanovas, Anna. Estévez, Alberto T. (2007). Arte, Arquitectura y Sociedad Digital. Barcelona. España. Edicions Universitat Barcelona.

Mitchell, Willian Jhon, (2001). E –  Topía: Vida Urbana, Jim; pero no la que nosotros conocemos”. Editorial Gustavo Gili S.A. Recuperado de http://books.google.com.co/books?id=S98TAAAACAAJ&dq=William+Mitchell+E-topia&hl=es&sa=X&ei=MVpnUvKLDYSekQe2-oDABA&ved=0CDkQ6AEwAQ

Muntañola Josep. (2011). Arquitectura y Virtualidad. Barcelona. España. Edicions Universitat Politècnica de Catalunya. 227.

Conferencia de las Naciones Unidas Sobre el Desarrollo Sostenible. (2012). El futuro que queremos. Las ciudades Rio de Janeiro. Brasil. Recuperado de http://www.un.org/es/sustainablefuture/pdf/Rio+20_FS_Cities_SP.pdf

https://maps.google.es/

La resignificación del territorio como una posibilidad de construir identidad

Por: Edwin Eliecer Casanova Ortiz
Estudiante de la Maestría en Medio Ambiente y Desarrollo

Tierra - Naturaleza. Fuente: Edwin Casanova, 2013

Tierra – Naturaleza. Fuente: Edwin Casanova, 2013

El territorio es en la medida en que le damos sentido, es la apropiación que hacemos de un lugar, de un espacio, es la relación que establecemos con su ecosistema, la forma de habitar, las  sinergias que conforman nuestra vida y que a su vez generan  marcas y huellas  que plasman la historia  y la cultura  de un territorio. Al decir de Noguera (2004: 143) “Estas marcas y huellas, que son presencia de lo que ya no es y ausencia de lo que será, son el potencial ético-estético-ambiental de la vida urbana porque allí se estructuran los valores como prácticas que permiten la permanencia de las cosas en el mundo de la vida.  Dichas relaciones son entonces las que configuran el territorio, porque en el momento en que no podamos establecerlas se pierde la pertenencia a un lugar. Al respecto confirma Bozzano (2009:81) “ […] un territorio no es sólo un barrio, una ciudad, una región o un país, sino un barrio y su vida en alguien, un país y su vida en miles o millones de actores que se apropian, lo ocupan, lo usan, lo valorizan, lo explotan, lo degradan, lo preservan, lo resignifican cada vez”.

Teniendo en cuenta lo anterior, podemos decir que el territorio para el hombre está en una medida de la simbiosis entre lo tangible y lo intangible, ya que este se establece mediante relaciones objetivas y subjetivas entre él y el espacio.

En este sentido es necesario e importante abordar el estudio de los territorios  de una forma holística que nos permita entender que se hace parte  de un todo, de una  casa común: el planeta. Esta  capacidad de reconocer el  gran lugar nos permitirá hablar de responsabilidades que son importantes en la medida en que nacen de la gestión del territorio porque se vuelven responsabilidades sociales, territoriales y planetarias. Dichas consideraciones son explicadas por François Vallaeys (2006:3) cuando plantea:

Los desafíos del planeta tierra: problemas ecológicos, riesgos nucleares, miseria persistente, equilibrios geopolíticos inestables, exigencias democráticas de la sociedad civil, etc. obligan a tratar de poner orden en la casa común (oikos), encontrar la ley del hogar (eco-nomía, eco-logía) que preserve el hogar. Y esto es el interés de todos sin excepción.

Será entonces necesario tener un pensamiento que nos permita atender el entramado de la vida en los territorios desde los grandes retos; el ser humano ha sido generador de desafíos al intentar configurar un lugar a la medida de sus deseos, olvidando en ciertos momentos la lógica de  los limites y los puntos de no retorno, los cuales cobran una importancia vital porque al poder reconocerlos se nos permite gestionar relaciones sociales, económicas, ambientales, políticas y culturales  que allanan un camino hacia la “Sostenibilidad de la sociedad humana” concebida como lo propone Vallaeys (2011) “no en el sentido estrecho del “cuidado de la naturaleza”, sino en el sentido amplio de una justicia presente y futura que rechaza que el bienestar de los unos se pague con el malestar de los otros, sean estos últimos la generación presente de los excluidos o las generaciones futuras de los despojados”.

A partir de estas primeras reflexiones, este ensayo se centrará en generar un análisis de dos (2) elementos  que se consideran claves para entender la dinámica  de un territorio en el cual se reconocen las influencias de  los diferentes actores y la configuración de estos en el proceso de enrutamiento al  camino de  la sostenibilidad; ellos son la desigualdad y la generación de una cultura territorial.

La sostenibilidad como parte de una cultura territorial.

La sostenibilidad de un territorio depende del equilibrio con que se gestionen integralmente  los resultados en tres ámbitos: el económico, el ambiental y el social.  De igual forma es importante concertar el desarrollo de una cultura política  que permee una verdadera construcción democrática como lo afirma el Observatorio para la Sostenibilidad (sf: 23):

La democracia, más allá de una forma de organización política, es el valor fundamental que proporciona al ser humano la capacidad de regir su destino individual y colectivamente. La participación democrática conlleva la integración de todos los componentes que conforman el cuerpo social, descansando la legitimidad del proceso, en gran medida, en las posibilidades que la sociedad civil tiene de expresar su voluntad a través de los diferentes canales de participación disponibles.

Dicha cultura solo podrá ser consolidada a través de políticas públicas que signifiquen beneficios reales para la población de un territorio y su ecosistema, en términos de procesos organizacionales sistemáticos, libres de enfoques relacionados con la caridad y el asistencialismo. Estos últimos contribuyen a la dormitación de capacidades necesarias para la negociación de una apuesta con actores estratégicos que permitan dialogar acerca de una cultura para la sostenibilidad territorial. Así lo explica la Unesco (1996) en el informe Nuestra Diversidad Creativa:

[…] es inútil hablar de la cultura y el desarrollo como si fueran dos cosas separadas, cuando en realidad el desarrollo y la economía son elementos de la cultura de un pueblo. La cultura no es pues un instrumento del progreso material: es el fin y el objetivo del desarrollo, entendido en el sentido de realización de la existencia humana en todas sus formas y en toda su plenitud.” 

Podemos afirmar entonces que la sostenibilidad territorial  es necesaria en un proceso de  resignificación del concepto de identidad, pues debido al logro de esta se generan espacios sinérgicos (Culturales, económicos, sociales y ambientales) que permiten un desarrollo endógeno[1] e integral  como un primer paso hacia la consolidación de la sostenibilidad territorial, primero de las regiones  y luego del país.

La desigualdad en Latinoamérica y la apuesta de desarrollo territorial.

La historia latinoamericana es un relato acerca de la perdida de nuestra disposición a generar  un territorio para todos (incluyente e igualitario), hecho que se    fundamenta en el desconocimiento de una cultura ancestral  y autóctona que estaba permeada de elementos que configuraron en sus albores matices más cercanos a la sostenibilidad, como son la seguridad alimentaria y el cuidado del medio ambiente. Hoy se han convertido en los grandes retos de la humanidad, pero al parecer, en la lógica de un sistema capitalista sordo y perverso no tendrán respuesta aun en mucho tiempo. El inicio de  esta avanzada  se da luego de la colonización (1492) donde se nos impone toda una serie de normas que regularon la forma de vivir y que se centraron en la eliminación de todos aquellos elementos que configuraban el arraigo con nuestro territorio y la cosmovisión de los habitantes del continente  que luego se llamaría América. En general este proceso de desarraigo lo podemos vislumbrar  en  canciones como la  de Gabino Palomares: La maldición de Malinche (1975):

“Del mar los vieron llegar
mis hermanos emplumados
eran los hombres barbados
de la profecía esperada
oyó la voz del monarca
de que el dios había llegado
y les abrimos las puertas
por temor a lo ignorado (…..)
(….) en ese error entregamos
la grandeza del pasado
y en ese error nos quedamos 300 años esclavos (…)”.
 

Latinoamérica sometida aprendió a vivir entonces como le dijeron que debía hacerlo, y nuestros planes  de vida se configuraron en el sueño de alcanzar los ideales  de vida de otro territorio (Europa). Esto de alguna forma nos llevó a generar cargas que tuvieron sus impactos en los aspectos sociales, ambientales y por supuesto económicos; la desigualdad como  uno de los más graves.

Luego en el siglo XX, lineamientos como los emitidos en la llamada “Revolución Verde” y el “Consenso de Washington” continuaron el ahondamiento de las heridas generadas por los  problemas sociales, económicos y  ambientales que configuraron más aun el camino de la desigualdad, la inequidad y la pérdida de la dignidad en bastas zonas de nuestro territorio. En el primer caso se promovió durante los años 1940-1970 el monocultivo y la aplicación de grandes cantidades de agua, fertilizantes y plaguicidas a  la producción, con graves consecuencias ambientales. En el segundo, se trazaron una serie de políticas económicas para impulsar el crecimiento, impuestas por los organismos financieros internacionales con sede en Washington, sin consideraciones sobre la calidad de vida de las poblaciones.

Con estos antecedentes  es entendible el por qué hoy se hace mucho  más difícil llegar a un consenso de lo que se necesita en nuestra Nación y en  las  regiones para avanzar hacia la construcción de un territorio sostenible que promueva la equidad, la igualdad y reconfigure  el concepto del buen vivir para nuestros ciudadanos.

En este sentido, lo primero que se debe lograr es un equilibrio entre las relaciones y oportunidades que existen entre las sociedades urbanas y las sociedades rurales. Obviamente este equilibrio debe partir de un principio de equidad en donde se reconozca la diferencia pero que permita establecer una meta compartida para la cual se adjudicará con justicia lo que le corresponde a cada quien para el logro de la meta general planteada.  A partir de esta actividad podemos comenzar a resignificar el territorio amparados en el concepto de “Responsabilidad Social Territorial” (RST) explicado por el Grupo de Consultoría Estratégica Alquimia (2012):

La RST, es una efectiva estrategia de desarrollo integral, inclusiva y sostenible que permite hacer un proyecto de territorio, que involucra y moviliza a todas las partes interesadas en su desarrollo, en un proceso de cambio caracterizado por la integración equilibrada de múltiples iniciativas y dimensiones (económicas, sociales, culturales, medioambientales, etc.), junto con la corresponsabilidad de todas las partes afectadas.

De esta forma es posible plantear un método en donde se construya el espacio para la toma de decisiones  éticas permeadas de transparencia e iniciativas que se amparen en primer lugar en un verdadero compromiso incluyente de los sectores estratégicos; dichos sectores deben ser identificados con el nuevo enfoque  que propone las sostenibilidad territorial en un mapa estratégico de grupos de interés o portadores de retos, como lo menciona Francois Vallaeys (2012) en su conferencia “La ética en 3D: un nuevo concepto basado en virtud, justicia y sostenibilidad”, manifestando, por ejemplo, el compromiso con iniciativas como los Objetivos de Desarrollo del Milenio y los Principios del Pacto Global que obviamente deberán ser adaptados a las particularidades del territorio, pero de entrada son un primer paso.

El segundo paso estará en que podamos configurar un diagnóstico que nos hable de percepciones, intenciones, resultados y expectativas del territorio como lo muestra el Gráfico 1, pues a partir de este se facilitarán puntos de encuentro  que son realmente importantes a la hora de resignificar el territorio. Posteriormente será importante  que se construyan planes de gestión que deben ser una síntesis de un análisis de temas relevantes y puntos de encuentro identificados en el diagnóstico; dichos planes deberán ser sometidos  a un estudio de corresponsabilidad realizado con los grupos  estratégicos de interés antes de ser publicados y ejecutados.

 Gráfico 1. Puntos de encuentros para un análisis inicial de un territorio[3]

Fuente: Elaboración propia a partir del Esquema 6. Punto de intersección de la responsabilidad social universitaria. VALLAEYS, F. (2009).  Manual de primeros pasos en Responsabilidad Social Universitaria. México D.F.

Fuente: Elaboración propia a partir del Esquema 6. Punto de intersección de la responsabilidad social universitaria. VALLAEYS, F. (2009). Manual de primeros pasos en Responsabilidad Social Universitaria. México D.F.

Como proceso final de  responsabilidad social territorial debe generarse el balance de sostenibilidad territorial, el cual es un documento de reporte de logros, pero también de fallos y compromisos por ejecutar, siempre con un enfoque propositivo, de reflexión  y de mejora continua que permita reconocer alternativas de abordaje continuo de las nuevas relaciones que se generan en el territorio socialmente responsable.

A modo de epilogo:

Para resignificar  un territorio se hace necesario partir del entendimiento de este, como nuestra “Casa Común” la que nos afecta a todos; de aquí en adelante se deberá realizar una búsqueda tendiente a crear una cultura territorial equilibrada entre las actividades humanas y las ecosistemicas.

Un proyecto de territorio socialmente responsable permitirá reconocer  los limites y los puntos de no retorno, necesarios para la gestión sostenible del mismo.

La Sostenibilidad territorial  es un fin construido a partir de procesos de responsabilidad social territorial.

Bibliografía y Webgrafía:

Agruco. (2008). Desarrollo Endógeno. Revista compas (Nº 13). Disponible en http://www.agruco.org/compas/pdf/COMPAS%2013.pdf . (23 de octubre de 2013)

Bozzano, Horacio (2009). Territorios posibles. Procesos, lugares y actores. Ediciones Lumiere. Argentina.

Grupo De Consultoría Estratégica Alquimia. (2012). Guía para la incorporación de la Responsabilidad Social Territorial en las políticas de empleo a nivel local. España: Universidad de Valencia.

Observatorio De La Sostebilidad En España, (sf). Patrimonio Natural, Cultural Y Paisajístico Claves Para La Sostenibilidad Territorial. Disponible en: http://www.upv.es/contenidos/CAMUNISO/info/U0556177.pdf. Consultado el 26 de octubre de 2013

UNESCO (1996). Nuestra Diversidad Creativa. informe de la comisión mundial de cultura y desarrollo, Paris..

NOGUERA DE ECHEVERRY, A. P. (2004). El Reencantamiento del Mundo. Colombia: PNUMA – Oficina Regional para América Latina y el Caribe.

VALLAEYS, F. (2006). La Responsabilidad Social de las Organizaciones. Disponible en: http://blog.pucp.edu.pe/media/410/20061011-La%20Responsabilidad%20Social%20de%20las%20organizaciones.pdf. Consultado el 25 de octubre de 2013

VALLAEYS, F. (2009).  Manual de primeros pasos en Responsabilidad Social Universitaria. Ed. Mc Graw Hill, México D.F.

VALLAEYS, F. (2011). Resumen de la tesis de doctorado “Los fundamentos éticos de la responsabilidad social”. Disponible en: http://www.reddolac.org/profiles/blogs/los-fundamentos-eticos-de-la-responsabilidad-social-resumen-de-te. Consultado el 25 de octubre de 2013


[1] El desarrollo endógeno se basa en los criterios para el desarrollo específicos de los pueblos locales y considera su bienestar material, social y espiritual. Agruco. (2008). Desarrollo Endógeno, Revista compas (Nº 13), Extraído el 23 de octubre de 2013, de http://www.agruco.org/compas/pdf/COMPAS%2013.pdf

El territorio desde una perspectiva compleja. Caso Región Pacífico

Un país mata, otro se muere y otro mira expectante.
El cuarto huye de la violencia y protesta en busca
de reconocimiento social. (…) Son un problema para el gobierno,
una incomodidad para el resto de la sociedad,
un escudo humano para los actores armados,
un indicador de la degradación de la guerra (…)
Son desplazados porque no participaron en la guerra,
y por no hacerlo son sus principales víctimas.
(Rodolfo Prada Penagos y Álvaro Ortiz Ramos)

Puerto y urbanización popular en Buenaventura. Foto: Nidia Playonero

Puerto y urbanización popular en Buenaventura. Foto: Nidia Playonero

Por: Nidia Playonero Caicedo
Socióloga, estudiante de la Maestría en Medio Ambiente y Desarrollo, Universidad Nacional de Colombia.

Al realizar un ligero paneo por la historia del poblamiento de las comunidades negras del pacifico colombiano  con respeto a lo que ha sido el desarraigo, la desterritorialización y los desplazamientos;  y además, si a eso se le agrega el contexto de masacres, desapariciones y barbarie, nos encontramos con un panorama nada alentador.  Uno de los ejemplos que podríamos tener en cuenta cuando nos referimos al tema del desarraigo tiene que ver con el proceso de expatriación de africanos a las Américas y luego a la Isla Cascajal, para ser esclavizados en los yacimientos mineros.

Uno de los tantos hechos de violencia en nuestro país nos remonta a los años cuarenta y cincuenta, el cual se denominó la guerra bipartidista, en la que hubo desapariciones, masacres, torturas y desplazamiento de la población. La región del Pacifico no estuvo exenta a ese fenómeno, si bien no existen una información clara sobre estos hechos debido a que las oleadas migratorias empezaron a registrarse y/o hacerse visible en el año 97. Aun así, se cuenta con los relatos de los ancestros, quienes manifiestan que el poblamiento del casco urbano de Buenaventura se realizó en gran parte por los desplazamientos en esa época de la zona rural a la urbana. Luego cuando se pensó que ya llegaba el fin de la violencia, aparece una nueva dinámica de barbarie, la cual se da a través del surgimiento de grupos armados ilegales en busca del dominio y control territorial en beneficio del narcotráfico.

Una vez los afrodescendientes logran salir del yugo y sometimiento de los españoles y consiguen establecer una relación con el territorio, nuevamente se instaura  a finales del siglo XX la  dinámica de la guerra en la región Pacífica, la cual tiene que ver con la transformación económica del país,  en la que se da paso a la mercantilización de la naturaleza.

Tal como lo señala, Rosero (2002:549), Escobar (2004:58) y Oslender (2004:35) el desplazamiento en la región del pacifico colombiano es producto de la mercantilización, es decir, la implementación desde finales del siglo XX de una idea de desarrollo  en la que el pacifico ha sido mirado como polo de riqueza nacional e internacional. De esta manera, en los territorios de la región pacifica se aplica una demarcación de la “geografía de terror, debido a las masacres, asesinatos, desapariciones etc., que obligan a la población afrodescendiente al desarraigo y a la desterritorialización.

Otros ejemplos de desplazamientos que referencian los autores por causa de la idea de desarrollo son los de la palma africana, la caña de azúcar y el monocultivo de banano en el Darién (Uraba). Todos estos hechos han desatado oleadas de violencia y terror que terminan desplazando a la población civil. A esto es lo que un líder afro descendiente, Naka Mandinga, denomina la “desgracia de la buena  suerte”. Ahora aquellos territorios que antes no eran de importancia tienen nuevos amigos, los particulares y/o capitalistas y el Estado.

Con todo lo señalado anteriormente se evidencia que así como la región es incorporada como polo de desarrollo, el territorio dejó de ser aquel lugar selvático de clima húmedo-tropical para adquirir una importancia económica y política en la que el Estado realiza su ejercicio como autoridad suprema. Sin embargo, para seguir en el análisis de lo que ha sido el cambio en las transformaciones sociales, es necesario definir el concepto de territorio.  Si bien el término ha sido abordado desde diferentes disciplinas, en esta ocasión tomaremos como referente la perspectiva filosófica porque permite interpretar aquellas relaciones entre los seres humanos y la naturaleza.

De acuerdo con lo planteado por Ana Patricia Noguera (2004:117,118).

Los territorios son las manifestaciones o expresiones de la relación inseparable y continuamente cambiante entre la especie humana y la tierra. Dicho de otra manera, los territorios son, en el momento en que significa algo para alguien, es decir, en el momento en que un grupo social, una “comunidad” o un grupo de intereses comunes, escribe sobre la tierra sus formas de morar

El territorio se convierte ahora en una gran tensión social, por las diferentes visiones e interpretaciones entre los diferentes actores sociales en un determinado espacio geográfico. Retomando un poco lo relacionado con los desplazamientos generados por la mercantilización de la naturaleza en la zona rural, las comunidades llegan a los centros urbanos más cercanos, donde ciudades como Cali, Medellín y Buenaventura se vuelven una alternativa de vida, sin embargo, parece que la situación de violencia, de descomposición del tejido social, cambios culturales y económicos, los persiguen.

Buenaventura, es conocido como el primer Puerto Marítimo de Colombia, por donde entra y sale la mercancía de todo el país. La posición privilegiada con que hoy cuenta el Puerto del Océano Pacifico, ha generado grandes transformaciones en aras de vincular a Buenaventura como uno de los puertos de mayor participación en el comercio exterior a nivel nacional. De acuerdo a lo señalado por el documento Conpes N° 3342 (2005: 11-13) la perspectiva  que se tiene es llevar a cabo una serie de estrategias que le permitan al puerto su modernización y expansión para volverlo más competitivo en el mercado nacional e internacional. En este sentido, el crecimiento económico beneficia los empresarios, sin evidenciarse mejora en los grandes problemas sociales en los que se sumerge la población en general.

No obstante, el incipiente desarrollo social se debe según el Conpes N° 3410 (2006: 5-13) a “La falta de gobernabilidad y la débil planeación y gestión del territorio”, según este documento, tales situaciones “han dejado como resultado el deterioro del medio ambiente, la fragmentación urbana, un espacio público insipiente y desordenado y la generación o profundización de condiciones de vulnerabilidad frente a la ocurrencia de eventos naturales”. Sin embargo, pese a los esfuerzos planteados en el Conpes N° 3491 de 2007 denominado “Estado comunitario: desarrollo para todos”, el cual tiene como propósito remediar  y/o atender todas estas problemáticas de tipo social, cultural y ambiental que enfrentan las comunidades en sus territorios, no se han evidenciado respuestas positivas por parte de los dirigentes políticos, en aras de subsanar cada una de las variables antes mencionadas, por el contrario, las afectaciones se agudizan cada día más.

Ahora la disputa del territorio viene por cuenta de unas lógicas de mercado distintas y está relacionada con la expansión portuaria. Buenaventura está convertida hoy en una “Ciudad de la excepción[1]” en la que se da vía libre a la realización de los megaproyectos, donde es de poco interés para el Estado el cumplimiento de los acuerdos y tratados de protección étnico-territorial. Caso concreto de la situación antes descrita es la que están viviendo habitantes de la comuna 5 del Municipio de Buenaventura, por la construcción del Terminal de Contenedores de Buenaventura- TCBUEN. Allí se evidencia una clara violación del  marco normativo étnico-territorial por cuanto se problematiza la permanencia de las comunidades negándoles el uso y significado del territorio como símbolos de  un sentido de vida para la población, una historia en común y unas costumbres. Por el contrario, se avanza en la  fragmentación del tejido social, la descomposición de sus formas de organización social, además de los incalculables daños ambientales, entre otros.

Finalmente, el territorio va adquiriendo  unas transformaciones dependiendo de las exigencias del mundo globalizado y a su vez se configuran relaciones de poder  dependiendo de la época  en la que se encuentre. En el territorio, las relaciones sociales van cambiando ese sentir de la vida con la naturaleza porque el sistema  capitalista impone una idea de desarrollo que cuenta con una perspectiva diferente a como lo planean las comunidades.

BIBLIOGRAFIA

Acebedo Restrepo, Luis Fernando. (22-24 de agosto de 2013). Del derecho a la ciudad a la justicia espacial. Indignación y resistencia contra los macroproyectos urbanos como negación de la función social del urbanismo. Ponencia presentada al V Congreso Internacional Derecho y Sociedad. Por un pensamiento crítico latinoamericano. Universidad de Manizales. Sin publicar.

Aprile-Gniset, Jacques. (2002) Génesis de Buenaventura: memorias del cascajal, Universidad del Pacifico.

Departamento Nacional de Planeación – DNP. (2005). “Plan de expansión portuaria 2005-2006: Estrategias para la competitividad del sector portuario”, en Documento CONPES, núm. 3342, Bogotá, marzo.

Departamento Nacional de Planeación – DNP. (2006). “Política de Estado para Mejorar las Condiciones de Vida de la Población de Buenaventura”, en Documento CONPES, núm. 3410, Bogotá, febrero.

Haz clic para acceder a 6-Documento-Conpes-3491.pdf

Llanos, Luis. El Concepto del Territorio y las Investigaciones en las Ciencias Sociales. Disponible en: http://www.colpos.mx/asyd/volumen7/numero3/asd-10-001.pdf

Mosquera, Claudia, Pardo Mauricio y Hoffman Odile.2002. Afrodescendientes en las América: Trayectorias Sociales e Identitarias. Universidad Nacional de Colombia. Pg. 361

Noguera Ana Patricia (2004) El reencantamiento del Mundo. Manizales: Universidad Nacional – México: PNUMA/ORPALC Serie PAL.

Penagos Prada y Ortiz Álvaro. Del Territorio, La Guerra y el Desplazamiento Forzado. Un Vistazo Sociológico. Disponible en: http://res.uniandes.edu.co/view.php/200/index.php?id=200.

Restrepo Eduardo y Rojas Axel.2004. Conflicto e (in) visibilidad: Retos en los estudios de la gente negra en Colombia. Editorial Universidad del Cauca.

Schneider, Sergio y Peyré Iván. Territorio y Enfoque Territorial. Disponible en: http://www.ufrgs.br/pgdr/arquivos/462.pdf


[1] Para Acebedo (2013) las ciudades de excepción tienen que ver con “un cuerpo normativo especial para desarrollar Grandes Proyectos Urbanos en condiciones de excepcionalidad, es decir, como norma de superior jerarquía que se impone frente a las leyes de ordenamiento territorial municipal bajo el  argumento de hacer confluir alianzas público-privadas, aplicar celeridad al desarrollo urbano, justificar mecanismos de expropiación por la vía administrativa, implementación de políticas y exenciones fiscales, licenciamiento ambiental de emergencia, disposición de tierras de uso público para fines o aprovechamientos privados, entre otros. Todo ello en nombre del interés general”.